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La casa del kilómetro 0

Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia

Hoy me viene a la memoria la canción de Ana Belén y Victor Manuel  referida a la Puerta de Alcalá y que bien nos puede servir para aplicar a nuestra Puerta de Purchena que, como aquélla, siempre está ahí:

“Acompaño a mi sombra por la avenida,
mis pasos se pierden entre tanta gente,
busco una puerta, una salida
donde convivan pasado y presente...
De pronto me paro, alguien me observa,
levanto la vista y me encuentro con ella
y ahí está, ahí está, ahí está, ahí está
        viendo pasar el tiempo… la Puerta de Almería”

En este pasar el tiempo nos quedamos con la Casa de Las Mariposas, que, espléndida, luce al sol y a la luna después de su restauración por la almeriense Cajamar. Hemos recuperado el edificio más hermoso de la zona cero de Almería y, por eso, cuando aquella tarde de diciembre me topé de pronto con el emblemático monumento iluminado no pude contener la emoción de quien se resistía ante la sola idea de perder una parte de nuestra historia común.

Nos situamos cien años atrás, en esa provincia de Almería de la primera década del Siglo XX que, en 1910, presentaba tasas de analfabetismo cercanas al 78% de una población eminentemente agrícola sin olvidar  la actividad minera, la pesca y al aumento de la producción uvera que hizo subir el comercio de la exportación en una ciudad con una industria inexistente y con escasa importancia del sector de la construcción. En esta Almería supeditada al sector primario (el 80% de la población trabajaba en el campo) el nivel de vida era bajísimo: un trabajador agrícola ganaba entre 0,50 y 1,50 pesetas diarias, mientras que el salario de  un albañil en Barcelona  ascendía a 4 pesetas.

 Así, uno comprende el origen de la emigración de tantos paisanos en busca de la supervivencia: como sabemos, Almería se convierte, ya desde finales del XIX, en una gran exportadora de mano de obra lo cual supondría una de las razones del estancamiento económico de nuestra ciudad. Lo curioso es que en esta Almería de pobreza y analfabetismo, existía una intensa vida cultural protagonizada por historiadores, literatos, artistas y hombres cultos que, sobre todo, a través de la prensa diaria inician una defensa apasionada de los intereses de Almería denunciando la existencia de una oligarquía caciquil que dominaba a toda la sociedad y que sólo buscaba su propio provecho de manera que el nivel cultural del pueblo era ínfimo.

Nos llama también la atención el gran papel que jugaban los periódicos en el primer tercio del Siglo XX como cauces para expresar corrientes de opinión, actitudes políticas e ideológicas. Ellos, junto con los intelectuales, fueron fundamentales para conocer la mentalidad de aquella época y la auténtica realidad de nuestra historia. Ya desde 1910, junto a la Crónica Meridional (1860), proliferaban numerosos diarios (El Regional, El Radical, La Independencia, El Popular…).

En este contexto, quedamos sorprendidos por la belleza incomparable de un monumento símbolo de la ciudad: La Casa de las Mariposas, diseñada, en estilo ecléctico, por el legendario arquitecto almeriense Trinidad Cuartara Cassinello para la saga familiar Campos-Rapallo. El edificio se levanta orgulloso en el Centro neurálgico de una Almería burguesa que se irá expandiendo hacia el Paseo. Nos llama la atención esa asombrosa forma de tratar la esquina alternando las líneas rectas con las curvas de la fachada central rematada con su coqueta torre mirador ornamentada con la figura de la mariposa que, aunque le convirtió hace 100 años en el edificio más alto de  Almería, formaba parte de un concepto de ciudad que crecía en  horizontal.

Lamentamos haber perdido esa sensibilidad artística y urbanística de aquella Almería tradicional de principios del siglo pasado. Por otra parte, tras los intereses encontrados en torno al futuro de la Casa del Kilómetro Cero, a partir de ahora comienza una nueva historia en la que los ciudadanos podremos disfrutar de este legado histórico-artístico ya que Cajamar pretende convertir el sótano en un Centro Cultural con capacidad para 300 personas y el resto del edificio contará con una planta comercial y las otras tres estarán destinadas a dependencias funcionales de la entidad y de la Fundación Cajamar.

Para finalizar nuestra breve historia, volvemos a Ana Belén y Victor Manuel:

“La miro de frente y me pierdo en sus ojos,
sus arcos me vigilan, su sombra me acompaña,
no intento esconderme, nadie la engaña,
toda la vida pasa por su mirada
Miralá, míralá, miralá, míralá,mirala
la Casa de las Mariposas”

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