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Un gobierno para todos

Juan Carlos Usero
Pte. de Diputación y candidato a la alcaldía de Almería por el PSOE
 
Me van a permitir que comience estas líneas con una impresión muy personal, enteramente subjetiva, pero cuando se llevan, como yo llevo, casi cuatro años al frente de la Diputación Provincial, es inevitable no hacerlo. Porque resulta inevitable no reparar en cifras como las que se extraen del libro que presentamos en la Diputación hace unos días, "Alcaldes y concejales republicanos del Bajo Andarax represaliados por el régimen de Franco", del historiador Eusebio Martínez Padilla, que se incluía en la conmemoración del LXXX aniversario de la proclamación de la II República.

Ver que 190 alcaldes, 416 concejales y 34 alcaldes pedáneos de la provincia de Almería pasaron por los tribunales militares tras la conclusión de la Guerra Civil en procesos que frecuentemente acababan con la imposición de las máximas penas, incluida la de muerte, da pavor. Da pavor pensar que más de seiscientos representantes del pueblo, de seiscientos ciudadanos que habían formado parte de los ayuntamientos, o sea, que habían dedicado una parte de su vida a velar por los intereses de sus vecinos, a mejorar en lo posible unas condiciones de vida muy complicadas en momentos muy complicados, tuvieran que comparecer ante tribunales especiales y sin las más mínimas garantías jurídicas con la petición de durísimas penas.
 
Conozco perfectamente cuál es el trabajo de alcaldes y concejales, cómo es su esfuerzo diario en favor de sus pueblos y sus barrios. Porque me reúno permanentemente con ellos y tal vez por eso me resulte aún más difícil poder asimilar estas cifras espantosas. Se trataba no sólo de la venganza, la gran venganza política, que supuso la represión tras la Guerra, sino de algo más. Se trataba de destruir el esqueleto de las fuerzas políticas y sociales que defendieron la República, de hacer añicos la estructura más profunda de esas fuerzas, la que se distribuía barrio a barrio y pueblo a pueblo.

Y se trataba, además, de borrar todo vestigio de memoria democrática, se trataba, en última instancia, de recordarle a los ciudadanos que era inútil luchar por sus más elementales derechos, los que se reclaman en el ámbito, en el territorio donde se vive, en el barrio, en el pueblo. Por eso, les puedo asegurar que en la presentación de la obra se vivieron momentos muy emocionantes. Porque el Salón de Plenos de la Diputación de Almería estaba a rebosar de "republicanos" que asistían a conocer la obra de Eusebio Rodríguez en un lugar, presidido por la imagen de nuestro Rey, don Juan Carlos, y donde saben que hay una obra de arte, la famosa del Cristo, que lleva años en ese lugar y sobre la que se levantó cierta polémica hace unas fechas. Por eso, gracias a la labor de los historiadores depende que cada día conozcamos mejor nuestro pasado y, por lo tanto, nos conozcamos mejor a nosotros mismos.

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