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Luis Pizarro y Almería

Celso Ortiz
Profesor de la UAL
 
Yo no sé si merece la pena dedicar un tiempo a la dimisión de Luis Pizarro como consejero de Gobernación, cargo que ha desempeñado sin pena ni gloria en los dos últimos años, porque cuando verdaderamente manejaba los hilos del PSOE, era cuando controlaba lo que se suele llamar el aparato, primero como secretario de Organización y después como vicesecretario general del partido. No ha sido ahora, por tanto, cuando este veterano socialista ha dejado de ser lo que era, sino el día que el presidente Griñán decidió, con buen criterio, asumir el liderazgo del PSOE-Andaluz, forzando un congreso extraordinario y nombrando a un equipo de su confianza donde Pizarro, obviamente, no tenía cabida.

En todo caso, lo que había que analizar es su paso por la dirección del PSOE y, en concreto, la evolución del partido en Almería donde su influencia ha sido decisiva en los últimos años, por la relación simbiótica que ha mantenido con Martín Soler y otros dirigentes provinciales.

Es un dato absolutamente objetivo que el PSOE de Almería no ha levantado cabeza en cuantos comicios se han venido celebrando en la provincia desde que los hombres de Luis Pizarro, Martín Soler, Diego Asensio y Segura Vizcaíno han gobernado la casa a su estilo y manera que, dicha sea la verdad, no se corresponde con los principios que inspiran a un partido que se llama democrático y de izquierdas.

En cuanto se refriere a la palabra democracia, los militantes de la capital tienen sobrada experiencia de lo que ha pasado cada vez que el resultado de una votación apuntaba en otra dirección de la que marcaban Pizarro y su gente.

Y en cuanto a la política que han llevado a cabo, tratándose de un partido de izquierdas, han hecho unas alianzas que son de libro. Intentaron, sin éxito, establecer un pacto con el GIAL, una fracción del PP producto del cabreo de un militante despechado, y pactaron, sin escrúpulos, con el PAL otra fracción del PP cuyos cabecillas ya eran famosos por unos sucesos nada edificantes que dieron la vuelta al mundo. Lo que ha venido después ha rematado la faena.

En todas y cada una de las operaciones señaladas, Luis Pizarro tuvo un papel protagonista, el mismo que está teniendo ahora por haberse marchado del gobierno de la Junta de Andalucía dando coces. Flaco favor le hace a su partido creando problemas internos cuando, precisamente, en estos días, estamos viendo en la otra orilla, no a una derecha con un programa alternativo para mejorar la situación, sino voces enloquecidas que, utilizando a las víctimas del terrorismo, salen a la calle pidiendo la prisión para Rubalcaba por que sí. Como entonces.
(Diario de Almería)

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