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El crucifijo de Diputación

Agustín de J. Muñoz Soler
Comentarista político

Solo puedo comenzar calificando la petición del Candidato a la Alcaldía de Huércal de Almería y veterano Diputado Provincial, Antonio Romero, de quitar el Crucifijo que preside el Salón de Pleno de la Diputación Provincial como una solemne estupidez y una provocación a los sentimientos más arraigados y vitales del ser humano. Yo no voy a entrar en disquisiciones filosóficas religiosas que, como debe saber el ínclito edil huercalense por Izquierda Unida, ya han sido superadas a estas alturas de nuestras vidas por haber sido debatidas suficientemente en la adolescencia y en la juventud, por lo que sí me permitirá el Sr. Romero que comente su, a mi juicio, desafortunada acción en el plano político. Y políticamente me parece, lisa y llanamente, un tremebundo error el pretender utilizar la religión electoralmente, y más que un error lamento enormemente que un representante político hiera de esta forma a la inmensa mayoría de almerienses que profesan la religión católica aunque no la practiquen.

Debería saber este conspicuo representante político que lo espiritual está muy por encima de lo político y que lo progresista no está reñido con la religiosidad, ni el respeto a los sentimientos religiosos de una sociedad con la ideología política, como tampoco la religión Católica con el ideario político de Izquierdas.

Por eso deduzco que mal tiene que ver su situación electoral el Sr. Romero en Huércal de Almería, y tal vez su reelección como supuesto derrotado electoral en su aspiración a alcanzar la Alcaldía, lo que conllevaría la pérdida de los miles de euros que percibe en la Diputación Provincial, para que haya tenido que recurrir a una agresión tan brutal para llamar la atención de los huercalenses y captar algún voto perdido en el amplio campo de la necedad. No creo que haya sido un acto proveniente de la inconsciencia, porque estoy seguro que su burda petición removería los cimientos de la fe en muchos almerienses e incluso en la inmensa mayoría que alejándose de ella pretende embaucar, porque la religión, entiendo, no está asociada a Partido Político alguno y todas las organizaciones políticas albergan a una inmensa mayoría de creyentes.

Me llama la atención sobremanera que el Diputado Provincial de Izquierda Unida, y portavoz de sí mismo, lleve tanto tiempo visitando el Salón de Plenos y haya descubierto ahora la existencia de la venerada imagen de Jesucristo presidiendo sus actos políticos. Puede que este ‘descubrimiento’ se deba al momento que vive la sociedad española desde hace siete años en la que todo vale, el fin justifica los medios, la honradez ha pasado a dormir el sueño de los justos y quien haga o diga la mayor barbaridad es el ídolo de masas; en definitiva, una sociedad sin valores como la mejor herencia que pueden recibir las generaciones venideras. Solo de este modo puedo llegar a entender esta ocurrencia que ha aparecido en la campaña electoral en la provincia de Almería con el previsible ánimo de hacerla discurrir la geografía nacional.

Hasta ahora había quedado fuera del debate político en España, con los matices y las provocaciones que haberlas entiendo las ha habido, la religión, y máxime la Católica que es la que profesa la inmensa mayoría de las españolitas y de los españolitos, y a buen seguro casi todos los votantes de Izquierda Unida y antes del Partido Comunista de España, como bien sabe el concejal huercalense, por poco que la practiquen. Intentar provocar un debate político sobre la religión me parece, como digo, hiriente y por ende impropio de un dirigente político que aspira a gobernar un pueblo en el que la mayoría de sus habitantes profesan la religión cuyo máximo icono pretende retirar del lugar en el que confluyen políticamente los almerienses de toda la provincia de Almería.

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