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El olvido de algunas personas justas


Antonio Medina Guevara
Escritor

Hace unos meses escribí una carta personal al alcalde de mi pueblo (y que no especifico para no crear más polémica) en la que le pedía que no olvidaran una fecha señalada. En ella le decía:

Apreciado Señor:

Como es el alcalde-presidente de este municipio, me dirijo a usted para informarle de un asunto que considero será de interés para la mayoría de los habitantes de la villa que usted preside:

El próximo día 23  de Mayo de 2013 se cumplirá el 50º aniversario de la muerte del último alcalde legal de la Republica en este municipio, afiliado a UGT y republicano por más señas. Esto no tendría más interés, ni valor, si no fuera porque ―aparte de ser mi abuelo― fue un alcalde cabal, honesto, de intachable conducta en un tiempo muy difícil y, sobre todo, admirado por todos los lugareños por la actitud demostrada con su conducta, tanto republicana, democrática y también como ugetista, en un tiempo que nunca debió de pasar y que bien podría servir su ejemplo de referencia en la actualidad en que la clase política está tan desprestigiada.

Mi abuelo (evito el nombre) ocupó su puesto legalmente conseguido por los votos que los ciudadanos de esta villa en él depositaron. Fue siempre consecuente en el cargo para el que fue elegido, hasta extremos que hoy en día serían una auténtica rareza, pues no permitió atropellos de nadie sobre nadie en la villa, poniendo incluso en peligro su vida en varias ocasiones para que la Justicia imperase siempre sobre todo y todos, lo que le ocasionó grandes problemas y hasta miseria económica y personal, pues, como le expongo, fue intachable en todas su actuaciones, tanto públicas, como personales y políticas.

Naturalmente que, como su nieto que soy y socialista de convicción, me considero muy orgulloso de él, pero he de significarle que aunque no tuviéramos parentesco alguno y yo no sintiera estos condicionantes políticos, también sentiría la misma admiración por su figura que aumenta al ser mi referencia personal y política. 

Es por este motivo que me dirijo a usted, pues considero que se cumple un aniversario importante para la villa, de referencia para las personas honestas y para la clase dirigente que desgraciadamente no estamos acostumbrados a ver actualmente en la política en general. Aquél hombre dio en su tiempo constantes muestras en su actitud y en el desarrollo de sus funciones, tal y como él pensaba que debían de ser, y así las desempeñó en una época tan difícil. 

Hay tantas anécdotas y referencias sobre su persona, que muchos lectores de algún libro mío me preguntan datos sobre él de los que aparecen en una novela que está cosechando enorme éxito tanto en España como en Latinoamérica, y en la que reflejo mucho sobre esa época de nuestra villa. Sé que él impidió el “ajuste de cuentas” que otros querían hacer a los que, por el simple hecho de ser de “derechas” o simplemente católicos practicantes, intentaron darles el “paseo” y que el alcalde se negó siempre a firmar las órdenes; esto le valió que algunos de su bando (de “izquierdas”) intentaran acabar con él de manera cobarde y ruin.
Así era mi abuelo…

No diré nombres, pues la herida está cicatrizada con el tiempo pasado, sólo decir que en aquel tiempo que en pueblos cercanos “liquidaron” tanto a personas injustas, como a otras justas, en el nuestro tan solamente se dieron dos casos “aislados” de asesinatos en personas de “derechas” por otros que tan solamente pretendían quedarse con lo de los que les estorbaban. Entonces me pregunto: ¿es que es justo asesinar a buenas personas por el simple hecho de ser pudientes o religiosos?, ¿es que los que condenamos los crímenes del franquismo debemos olvidarnos de los que (aunque bastantes menos, eso sí) se produjeron en el bando contrario?

No. Pienso que no. Para mí es un asesino el que mata a otro, sea quien sea, y sea del bando que sea. Igual que un dictador es un infame, sea nacista, católico, comunista, o borreguero… Un asesino es el que mata a quien  sea y de donde sea, y venga de donde venga. Lo contrario a eso es el justo, el cabal; es el que se juega a veces la vida al intentar evitar atropellos aunque sea en personas de distinta ideología a la suya… Aunque por desgracia esto no lo entenderá todo el mundo. (esto, por razones obvias, no está incluido en la carta)

Y unas últimas observaciones: ¡qué poca memoria histórica tenemos los que tanto predicamos la memoria histórica! Seguramente algunos de los que se llaman de izquierdas se olvidan de la filosofía que predican y sean aprendices de dictadores; que tal vez sea sin saberlo, que tal vez solamente su fanatismo no les deje ver la luz, o que tal vez, no den para más de sí, pero yo creo que lo tengo claro… Y eso me duele, porque yo también me considero de izquierdas. De los otros no voy a hablar, porque no comparto, ni sus ideas, ni su filosofía de la vida. 

Para mí tan sólo cuentan los hechos, la gente decente y los que son fieles a su ideario pero que respetan al contrario… O simplemente que sean un poco sensibles. Eso creo que es la democracia.

Naturalmente que ―al cumplirse este aniversario―, me gustaría que fuese recordado como lo que fue: un político de valía e intachable actuación, además de defensor de la causa obrera a través de la UGT del municipio y servidor público por encima de todo. 

Esperando que esta carta sirva para poner en su conocimiento y del consistorio esta fecha ―que al menos yo considero relevante―, aprovecho la ocasión para ponerme a su disposición por si desea alguna aclaración al respecto y saludarle a usted como representante legal de la villa, a la vez que a todos mis paisanos.

Un abrazo para todos.

Y nunca hubo respuesta...

3 comentarios:

  1. Esto es el olvido de la Memoria, pero los hechos y los testigos están ahí, para que la Memoria no caiga en el olvido.

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    1. Pues sí Leandro, he evitado dar nombres aunque bien sabes de que va, pero los que se llenan la boca de frases repetidas como "la memorias histórica" a veces no saben lo que significa...

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  2. Tu abuelo se llamaba Andrés Guevara Guevara, y ya no se me olvida. Esta es la memoria de las personas, la Histórica será la que ellos digan. Posiblemente, si le hubieran pegado un tiro en la barriga (y no hubiera muerto en la cama), lo hubieran santificado. En fin.

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