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A relaxing cup of café con leche, señor Gallardón

Alfonso Provencio Hidaldo

Abogado

Es labor del buen gobernante, entre otras funciones, la de unir  y satisfacer a los distintos sectores sobre los que legisla, máxime si tenemos en cuenta que frecuentemente se trata de gremios con intereses encontrados. Debemos reconocer que un ministro del Gobierno de España ha cumplido este difícil principio. Se trata del Sr. Ruiz Gallardón, a la sazón, ministro de Justicia y Administraciones Públicas.

Ruiz Gallardón
Hete aquí una breve reseña de los motivos que ha ocasionado esta sorprendente reacción de unidad  (obsérvese que me refiero a normas de derecho adjetivo y no sustantivo, cuestión ésta que daría para varios artículos, fruto de la intensa acción legislativa que demuestra el actual ministro del ramo, tan prolija como discutida) :

Anteproyecto de ley de Demarcación y Planta Judicial. Conlleva la derogación de todas las plazas judiciales ubicadas fuera de las capitales de provincia (¿qué hacemos los letrados con despachos profesionales en  pueblos?).

Ley de Servicios Profesionales. Abiertamente condena a una muerte lenta a los Procuradores de los Tribunales.

La reforma prevista del CGPJ, que atenta a la necesaria independencia judicial, ha levantado las críticas de jueces y magistrados.

La suma de las  referencias anteriores  a la que debemos unir  la perniciosa Ley de Tasas Judiciales, en su totalidad atentan sobremanera  a los derechos e intereses de los ciudadanos recogidos en el ordenamiento jurídico estatal y suponen un claro ataque a varios preceptos  constitucionales.

Huelga decir que estas reformas realizadas por el señor ministro han sido realizadas a espaldas de todos los colectivos afectados.

Nos encontramos con un ministerio que, lejos de trabajar por una mejora en la administración de Justicia, se dedica a actuar contra la misma. ¿A qué juega el señor ministro? Debemos concluir que o bien no sabe lo que está haciendo o, lo que es peor, esta actitud hostil forma parte de un íter definido y calculado que antepone  intereses espurios sobre los del ciudadano medio, quien en poco más de un año observa que  se encuentra más alejado que nunca de la Administración de Justicia debido al ataque virulento del legislador.

En cambio en su voracidad legislativa olvida otras actuaciones quizás imprescindibles en el día a día de la Administración de Justicia, como la necesaria reorganización de los juzgados que conseguiría agilizar la pendencia actual con el consiguiente impulso procesal en cada Juzgado. Nada sobre la necesaria reforma de una institución decimonónica tal como el indulto. Nada sobre la necesaria independencia de la Fiscalía General de Estado, en ocasiones más cercana al poder político que al jurídico (con la impotencia de los fiscales, quienes en ocasiones se encuentran poco menos que maniatados), etc.

Señor ministro, le pediría que volviera a Madrid y reflexionara en la Plaza Mayor, tomando relajadamente una taza de café.

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