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En la Alpujarra almeriense: Vícar y La Envía

Antonio García Vargas
Profesor de Métrica

No sé si las instituciones almerienses, desde el poder incondicional que el pueblo, ingenua pero esperanzadamente les otorga, son conscientes de los múltiples tesoros naturales y culturales que nuestro singular entorno alberga. No sé si comprenden del todo su misión protectora del bien general en todas sus facetas, sobre todo cuando observo el abandono imperante en nuestra arquitectura monumental, siempre a la espera de esa atención y mimo que reciben -cuando lo reciben- con cuentagotas; con una alcazaba que precisa de una mano generosa que la abrigue, proteja, magnifique y salvaguarde, al tiempo que realce y regale al ciudadano su regio porte milenario; con esa magnífica estación abandonada; con ese bien cultural llamado Cortijo del fraile; con ese puerto marítimo secuestrado a la ciudadanía, con esos y eso y esos...

La Envía
En fin, no es hoy el momento de entrar en detalles. Hoy, quisiera realzar esa presencia colosal surgida del inicio de las épocas, a la que llamamos Alpujarras. Y quiero hacerlo desde la perspectiva cercana; desde la baja alpujarra almeriense, loando la hermosísima provincia de Vícar y su entorno y comenzando por el lugar privilegiado en el que vivo.

Desde su atalaya natural, cual balcón engalanado del viejo y cercano Vícar, la Envía Golf es una perla engarzada en el ombligo de sal y roca de la Alpujarra almeriense. A medio camino entre sierra y playa, sus vistas desde lo alto son recreo para el ojo y goce para los sentidos. El espectacular trazado del entorno vicario, con sus ramblas y parajes troglodíticos, nos lleva de la mano en un viaje sinuoso que busca el abrazo multisecular con el líquido Mediterráneo. 

En el auroral encanto de la sierra de Vícar, donde se yergue la pequeña aspirante a ciudad, llamada Envía, el aire gira envuelto en mixturas y vocablos que nos hablan de otros tiempos. Se siente el aliento de la nube, el color de la floresta en su amalgama cromática y el salvaje rugido de una historia formidable todavía por descubrir. Muy cerca, caminando hacia la histórica ciudad de Vícar, la calzada romana muestra retazos de leyendas antiquísimas, donde las piedras del camino cuentan al oído sensible amores de hermosas zagalas, que duermen escritos en nichos y balates de las cercanas y oscuras montañas. Sus cuevas huelen aún a cultura indescifrada que espera paciente, protegida por signos y hasta runas encubiertas, ser rescatada de las páginas del tiempo. El acueducto de los veinte ojos es el atento guardián del tesoro ambiental; cada color del variado paisaje es un suspiro que aguarda, cual moza durmiente que ansía ser rescatada de la alquimia del sueño.

No puedo resistir el impulso de decirte, de expresarte en poesía, y qué mejor que hacerlo en hexámetros dactílicos de andaluza reminiscencia, inspirados en la fórmula métrico-poética magistral con que Homero recreó sus obras La odisea y La ilíada:

Es la Alpujarra una perla engarzada entre nubes y cerros.
Desde la altura parece medir la distancia y el tiempo
mientras escucha gozosa las voces del mar y la tierra.
Eres la fiera amazona maciza, preñada de historia,
encrucijada almeriense de porte morisco cristiano
que resbaló hasta la orilla del mar conservando su sierra,
donde perdura el olor natural de la fronda silvestre.
Torre vigía en estado latente es la Vicar que sabe de ayeres,
Naturaleza despierta y austera, la flor perfumada
que la Almería pujante, presente, pasada y futura
puede exportar como ejemplo de joya no contaminada;
luce la Vícar de siempre un fetiche: la andrógina Envía.
¡Ay, Alpujarra almeriense que unida a Granada respira!

La Alpujarra es sin duda uno de los parajes andaluces más singulares de toda Europa. Dicen los textos que “la belleza de su increíble paisaje ha cautivado a innumerables artistas y escritores desde hace siglos: Pedro Antonio de Alarcón (La Alpujarra: sesenta leguas a caballo. precedidas de seis en diligencia es el primer libro de viajes escrito en castellano), Federico García Lorca, Julio Caro Baroja (Los moriscos del Reino de Granada), Virginia Wolf, Gerald Brenan (Al Sur de Granada), Jean Christian Spahni (La Alpujarra, Andalucía Secreta), Richard Ford (Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa), José Guglieri (En los Alpes Alpujarreños), Pío Navarro Alcalá Zamora, Antonio Gala (Testamento Andaluz")... “ siendo posiblemente la zona que ha servido de inspiración a un mayor número de libros de viajes.

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