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Las obras del alcalde

Diego Cervantes
Profesor de la UAL y exteniente de alcalde del Ayuntamiento de Almería

Un año antes de la celebración de los Juegos Mediterráneos se inauguraron todas las obras necesarias para el evento. La Ciudad Deportiva, la urbanización de El Toyo, la ciudad de los atletas y jueces, el Palacio de Congresos y otras instalaciones estaban acabadas en el año 2004. Las ceremonias de los tradicionales cortes de cintas inaugurales fueron llevadas a cabo por un alcalde que solo llevaba gobernando la ciudad un año escaso y que por tanto no había intervenido en esa gestión.

Luis Rogelio Rodríguez-Comendador
D. Luis Rogelio Rodríguez-Comendador tuvo la fortuna de protagonizar unos actos que en el mundillo político se le da mucho valor, por lo que significa, de cara a la ciudadanía, abrir al público el uso de unas obras significativas para la ciudad. Esto suele ocurrir con frecuencia con obras como aquellas, que requieren una larga gestión.

Primero hay que adquirir los suelos cuando no son municipales, después encargar, tras concurso, los proyectos de actuación, aprobarlos en Pleno, adjudicar con un nuevo concurso a la empresa constructora y fijar los plazos de la obra. Hacer todo esto en cuatro años es un logro difícilmente alcanzable. Fue posible gracias a una buena gestión de los equipos del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía a través de EPSA y de las empresas que cumplieron su cometido.

Don Luis tuvo la suerte de encontrarse con unas obras hechas para lucir su palmito electoral, cumpliéndose el dicho popular que atribuye a este alcalde haber nacido con “una flor en el culo” por las casualidades que tanto le favorecen.

Pasados los Juegos, el Ayuntamiento dispuso de una economía saneada que permitía mucha inversión en la ciudad. El Gobierno de la derecha que gestionó esa herencia cambió la filosofía que había aplicado la izquierda durante la corporación 1999/2003. En vez de gestionar desde lo público, puso el patrimonio municipal en manos de la gestión privada.

Inició la transformación de espacios municipales para destinarlo a empresas afines, como las instalaciones de Las Almadrabillas (Ego) o la Casa de la Juventud (EMMA) renovada con un fuerte gasto municipal o el espacio que llaman “El Parque de las Familias”, etc.

Consiguen así que el Gobierno se despreocupe de la gestión diaria a cambio de que empresas cobren al ciudadano por el uso de espacios públicos que deben ser casi gratuitos. Cerraron durante siete años el Palacio de Congresos que quisieron cedérselo a
Asempal y fracasó por la debilidad económica de la asociación.

Todo se les quedaba pequeño, iban de triunfadores. Se inventaron una gran obra, tan faraónica como innecesaria que construiría nada menos que Norman Foster. La crisis acabó con la paranoia de Venzal y de su alcalde y les obligó a entrar en razón y abrir el del Toyo que, destinado a ese fin, no se usaba.

Don Luis lleva once años de alcalde y, cuando lo deje, tendremos una ciudad más cuidada en el detalle ornamental pero a la vez más endeudada y más costosa para el ciudadano.

Hay que pagar por aparcar, pagar por hacer deporte, pagar por la educación… Y sin ninguna gran obra que atribuirse, ni siquiera media Casa Consistorial. ¡Corre, Luis, que llegan las elecciones y te corta la cinta otro!

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