Qué verde era mi calle...

Manuel Capilla Frutos

El Ayuntamiento de Almería y especialmente el responsable de Medio Ambiente, Parques y Jardines o similar tienen la culpa de mi mal humor de hoy. Anoche estudié hasta las 4 de la madrugada y a las 8 me ha despertado una orquesta de sierras eléctricas y golpes. Hace 2 días que aparecieron unos carteles anunciando que los días 20 y 21 se procedería a labores de pintura en la calle Azorín y consecuentemente la prohibición de aparcar. Pero era mentira, en realidad el plan de trabajo era talar y, según la información de los operarios, arrancar los árboles que desde hace 20 años dan sombra y color a la calle donde vivo.

No es la primera vez que pasa esto, al menos en 3 ocasiones se han arrancado motivados por su mal aspecto, aceras levantadas o tamaño exagerado. Pero esta vez es peor, según la política llevada a cabo por este gobierno local serán con suerte jardineras lo que veré al salir a la calle por la mañana. Y es que un nulo conocimiento de la materia unido a decisiones caprichosas ha provocado situaciones de vergüenza. Casos como pagar a precio de oro Arces Japoneses porque supongo que a alguien le gustaron en un viajecito oriental y, claro, que tiene esta ciudad que envidiarle al Monte Fuji…

Almería pasó a llamarse Costa de la Luz después de que Málaga se apropiase del nombre que el Sol de Portocarrero y una luz sólo comparable con la del Norte de África le diese históricamente. Pero nuestro consistorio va convirtiendo las calles en solares desprovistos de cobijo obviando la necesidad de color, humedad y sombra en una ciudad cada día más gris. Según los operarios el motivo es que las aceras están levantadas pero no hay que ser técnico para saber que otras soluciones son posibles y éstas no pasan necesariamente por arrancar los árboles. ¿Por qué no instalar una estructura metálica que impida la acción de unas raíces que sólo buscan agua y no tienen la culpa de que alguien le impusiera este destino…?

A tiempo está este Ayuntamiento de dar explicaciones a los vecinos y no rematar la faena.