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Una historia de emprendedores

Manuel León
Redactor-Jefe de La Voz de Almería

José Luis Manzanares (Logroño, 1963) habla con la fe iniciática que se rebosa en los primeros días de cualquier aventura. Él, riojano que se quedó en Almería por amor, acaba de embarcarse en una empresita de planchado a domicilio que, reza, para que sea su futuro. Porque su pasado es el de un vendedor, un buen vendedor de ilusiones, que ha tocado palos muy diversos en el flamenco de la vida y que la crisis, la inmisericordia patronal, las trampas del destino o todo a la vez, lo han dejado hace unos meses sin oficio ni beneficio: con poco más de 400 euros de ayuda familiar por toda tabla de salvación para mantener tres vástagos.

José Luis Manzanares
Llegó a Almería en 1982, el año del Naranjito, porque le tocó en el bombo hacer la mili en Viator y aquí se quedó anclado tras enamorarse de una oriunda. Empezó trabajando en una sala de bingo en el Paseo, en una tienda de maquinaria y picoteó en la hostelería con un bar de tapas riojanas en la calle Murcia: “Se llamaba El Logroñés, ibamos bien, hacíamos picadillo de carne, patatas a la riojana, merluza, y teníamos nuestra clientela” -explica Manzanares. Pero le ofrecieron trabajar como delegado de la cadena Urende -esa que ahora está en liquidación- y cambió delantal y comanda por traje y tarjeta de visita. Fue ascendiendo hasta director de expansión de la cadena cordobesa de electrodomésticos abriendo nuevos centros en la zona norte, hasta completar 14 años de servicio con los Sánchez Ramade.

Pero llegó la crisis y Urende se derrumbó como un castillo de naipes. “Echaron a todos los directores de todas las áreas y ahora están en concurso de acreedores”. Aseguraba que le gustaba mucho ese trabajo, pero se quedó en la calle, al igual que su mujer Rosamari que trabajaba de limpiadora en la Residencia de Asistidos de Diputación.

Dejó escrito Lamarck que ‘la necesidad crea el órgano’ y José Luis y su mujer se pusieron a cavilar en noches de insomnio y almohada hasta dar con la ida de un negocio de plancha a domicilio, con recogida y devolución de las prendas en la misma puerta, desde camisas, manteles, pijamas hasta trajes de gitana o nazareno. “Vamos bien, somos la única empresa de este tipo en la provincia, pienso ya en abrir delegaciones fuera de Almería” -concluye, ilusionado, José Luis.

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