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Perder con cordura

Javier Salvador
Periodista / Teleprensa

La encuesta que arroja lo último en intención de voto y que se ha dado a conocer desde la Universidad de Granda pone al PP  de Andalucía, y a su nuevo presidente sucesor, ante una realidad que no es ni mucho menos la que ellos decían ver en esa mayoría silenciosa que no acudía a las manifestaciones. Obviamente hay medidas que se han tenido que tomar desde el Gobierno de España que no han gustado nada a los españoles, y esas medidas se han comido la ventaja que sacaban a los socialistas. Y claro, duele y mucho, y sobre todo cuando los populares sufren ahora en sus carnes lo mismo que padecieron los socialistas cuando veían caer al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y con él a todo e PSOE. Pues eso, ahora le toca al PP, pero lo jodido es que leyes como la del aborto, la pseudoreedición de la vagos y maleantes que se ha inventado Interior o la innombrable de educación, aún no han surtido todo su efecto destructor.

Estimación de voto

A ver si me entienden. Esas leyes de las que les hablo pretenden tener el mismo efectos que otra que se pretenden sacar de la manga y que cariñosamente llaman tasa Google. Es decir, que a golpe de publicación en el BOE y con firmas tan válidas como las del presidente del Gobierno o la del Rey de España menos valorados de la historia reciente, intentarán satisfacer a una minoría que aún cree que un estado anterior a la democracia, en este caso en la red, es posible si se imponen por cojones o con una ley sin consenso puertas al campo. Aunque de este asunto hablaremos otro día, en definitiva se trata  que con la tasa Google se pretende proteger a los periódicos de papel. Con la ley del aborto y educación, los compromisos con la iglesia y la línea conservadora más dura del PP y con la de seguridad ciudadana simplemente demostrar que son quienes son y vienen de donde vienen.

Obviamente la incultura, la prepotencia, el exceso de gomina o la falta de altura política puede llevar a decir que los datos del estudio en cuestión son un montaje, fuegos de artificio y demás, mientras que hace dos años, cuando la misma encuesta les daba unos resultados de la pera limonera, se trataba sencillamente de la voz del pueblo dándole un mensaje alto y claro a Zapatero. Pues bien, ahora ese mismo pueblo no parece hablar con rodeos.

Pero claro, si en vez de negar lo evidente el PP se limitasen a realizar una declaración tipo:  “sentimos mucho que el pueblo aún no se capaz de ver el camino que pretendemos trazar, pero trabajaremos para revertir esa tendencia”, amortiguarían el efecto de la caída. Ahora bien, para eso hay que saber perder con cordura y lanzar señales de humildad y centrismo aunque no sean ciertas, como aquellas que  llevaron a José María Aznar a su primer Gobierno.

Y para trazar un camino como el que debe dibujar el heredero del PP de Andalucía lo primero de todo es entender la situación real. La sede de la calle Génova tiene claro que alguno de los casos más llamativos de corrupción le van a coincidir con las elecciones generales. Posiblemente las municipales choquen con la aprobación de alguna de sus leyes estrella y obviamente pagarán la factura de no generar esos tres millones de puestos de trabajo que González Pons dijo que crearían en menos de un año, llevar la deuda española a límites desconocidos y tener cabreadas a las minorías que se lanzan a la calle y a las mayorías silenciosas también.

Pero aún hay más, porque si Juan Manuel Moreno no hace como el líder del PP en el País Vasco y en su caso rompe con los rancios que Arenas se ha preocupado de mantener en cada provincia, especialmente en Almería, su gaviota no verá la luz sol de Andalucía, sino que seguirá surcando el grisáceo cielo de Madrid y Gürtel, pero con sus escándalos espejo de Hispano Almería, saludos franquistas mano en alto y esas cosas que pasan inadvertidas para ellos, pero no para los que responden a encuestas.

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