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Andalucía, en 2016 como en 1980

Juan Folío
@opinionalmeria

Tres décadas y media después de instaurarse el estado de las autonomías, la brecha que separa a las regiones ricas de las pobres, lejos de acortarse, se incrementa. Según un detallado estudio que publica El Periódico de Catalunya el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita español del periodo 1980-2014 dividido entre comunidades autónomas arroja un retrato muy significativo de la España de las autonomías. Muestra una evolución casi simétrica en las autonomías. Todas creceny casi todas lo hacen al mismo ritmo. De igual modo todas sufren muy similares vaivenes según las coyunturas económicas (las fases de crecimientos, las crisis, la gran recesión de la que aún no nos hemos recuperado por completo).

Una brecha había y una brecha hay (El Periódico)

Calculado el PIB per cápita en euros constantes del 2010, la diferencia en 1980 entre la primera autonomía (Euskadi) y la última (Extremadura) ascendía a 9.814 euros. En el 2014, la distancia entre la primera (la Comunidad de Madrid) y la última (Extremadura) es de 15.156 euros. Después de más de treinta años de descentralización política, redistribución fiscal a través de diferentes mecanismos, inversión pública y la aportación de fondos de cohesión y estructurales de la Unión Europea, las diferencias entre comunidades en muchos indicadores socio-económicos o bien se mantienen o incluso han aumentado, según el chequeo a la España de las autonomías que ha llevado a cabo El Periódico en colaboración con los expertos académicos de Agenda Pública.

Evolución de la tasa de paro

En 1980, Andalucía, Canarias y Extremadura tenían las mayores tasas de paro; en el tercer trimestre del 2016, estas tres comunidades continuaban encabezando esta clasificación. En el caso del desempleo, los casi 13 puntos de diferencia de 1980 entre la autonomía con más tasa de paro (Andalucía) y la que menos (Galicia) se han convertido en el 2016 en unos 18 puntos entre Baleares y Andalucía.

Según el periódico, ni las inversiones públicas del Estado ni la ayuda europea han servido para reducir las disparidades dentro de España. El impulso público, la ayuda europea y la solidaridad interterritorial han servido para crear empleo y favorecer el desarrollo económico, y también han sido claves para acercar a España en global a la media europea (al menos, hasta la dura crisis de los últimos años) pero dentro del país las diferencias persisten, en algunos casos de forma tozuda, a lo largo de los años.