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Los que hemos venido a vivir en Almería

Lenox Napier
Un mojaquero británico

Perdonen por la vulgaridad, pero ¿quién caga más, un turista o un residente? Evidentemente, cagamos los dos igual, y en más de un municipio costero almeriense va todo al mar. Pero, ¿cuál de los dos es más interesante para la sociedad almeriense? Nosotros, los forasteros que vivimos aquí, en Almería, que hemos elegido vivir en Almería: gastamos mucho, hemos comprado una casa, un coche, muebles, electrodomésticos y muchas cosas más; llenamos los supermercados (sobre todo, la sección de alcohol), pagamos IBI, impuestos, multas, contribuciones y IVA. Creamos puestos de trabajo: albañiles, limpiadores, jardineros, y gracias a nuestra presencia, viven funcionarios, gestores, abogados, veterinarios e interventores. Nuestro dinero viene de fuera, pero termina aquí. Nuestros amigos: los que viven de nosotros; nuestros enemigos (por alguna razón poco entendido): los ecologistas.

Turistas británicos

¿Por qué no nos quieren los ecologistas? Porque dicen que construimos casas donde no debemos. Se callan sobre el daño de los invernaderos y son incapaces contra los hoteles, ambas cosas mucho más dañinas al medioambiente.

Los residentes pretendemos vivir en algunos pueblos y aldeas en el quinto pino, moribundos, donde el desempleo ronda el 70 por cien, donde los jóvenes ya los tienen abandonado a favor a la ciudad (o el extranjero).  Allí se pudiera abrir (en vez de cerrar) restaurantes, bares y oficinas. A los ecologistas les da igual. Mira, hasta construimos pozos negros en muchos casos, para no contaminar el mar.

Junto con la filosofía del ecologismo tenemos a los proponentes del turismo, que esta semana están en FITUR, en Madrid, buscando aún más millones de visitantes, sobre todo, los que se queden en sus hoteles durante su estancia de siete días, a todo completo. A todo completo y que no salen a gastar ni un puto duro. Hoteles que pertenecen a grandes empresas catalanas, con empleados sudamericanos y las cocinas con catering de fuera.  Estos visitantes no valen a las arcas almerienses tanto como parece. La mitad de su gasto turístico se quede entre Ryanair y los turoperadores. Y todos cagan en el mar.

Nosotros, los que hemos venido a vivir en Almería, gastamos nuestro dinero a la misma velocidad en enero que en agosto. Somos mal considerados, olvidados, y practicando un tal ‘turismo residencial’ (menos la familia Prior, que después de nueve años sin casa practican algo denominado ‘turismo garaje’).
 
En FITUR, con un presupuesto astronómico,  los expertos hablan del turismo ‘sol y playa’. Hablan del ocio, del gastro-turismo, del ‘Western turismo’ (visitas a Mini Hollywood), del turismo rural, del turismo de deporte, del turismo de raíces, del turismo de golf, del ‘astroturismo’ (ni idea), del turismo de la naturaleza y de cualquier otra propuesta donde puedan sacar más presupuesto. Hablarán de todo menos del ‘turismo residencial’.

Consideremos: si viene un percance importante, un atraco, una epidemia, un levantamiento o unos suicidas del ISIS, ¿qué pasará con el turismo? Nosotros, los forasteros, quedaremos (tenemos inversión aquí). ¿Ellos? ¡A Portugal o Italia o Miami! Nosotros tenemos lealtad hacía España. ¿Ellos? ¿Quién limpia y mantiene sus alrededores, los residentes o los turistas? ¿Cuántos turistas van a un concesionario a comprar un coche? ¿Cuántos viajan por España de Parador en Parador?

Nosotros, los miles de forasteros que vivimos en Almería, salvo con este medio pluralista, no tenemos voz ni representación.