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Se nos fue un hombre íntegro y libre: Paco Cañizares

José María
Ortega

Después de los noventa y seis años que llevaban anidando en su fuerte personalidad, valores humanos tan primordiales como la integridad y la libertad se sienten desahuciados ante la desaparición de Paco Cañizares.

Para entender el profundo pesar de su familia y de los muchos que tuvimos la satisfacción de compartir su amistad, es necesario conocer, aunque sea en síntesis, algunos rasgos aleccionadores de una vida. Armado de inteligencia, valentía, honradez y de coherencia con su ideología de izquierdas, supo superar con dignidad y sencillez las enormes dificultades que obstaculizaron su vida. Todo este bagaje de integridad se mantenía fresco y dinámico gracias a su gran pasión, la libertad, que demostró con hechos próximos al heroísmo.

Paco Cañizares
De familia humilde, Paco, siendo un crío, trabajaba en un almacén y estaba muy bien considerado por el patrón, pero al convocarse una huelga, lo comunicó y dejó de asistir tres días. Lo despidieron, pero él no se amilanó, fue a casa de quien elaboraba los cartuchos de estraza que usaban en la tienda, aprendió a hacerlos y montó su pequeña industria. También  preparaba sardinas en sal, que su padre, arriero, distribuía por los pueblos. Sus vivencias más intensas y complicadas surgieron con el golpe franquista de 1936.  Resumo algunas que le oí.

Yo conocí a Paco,  con sus ideas libertarias, en las movidas semiclandestinas de la transición  y a su mujer Ana y a sus hijos Ana, Paqui, María (ya fallecida), Paco y Nono, me los presentó en un portal del Paseo donde nos refugiamos corriendo de los 'grises' porque alguien había desplegado una bandera republicana en una manifestación en Puerta Purchena, también venía Mari, mi mujer... “Familia que se manifiesta unida, permanece unida”, les dije yo de guasa.

Llegamos a intimar cuando coincidimos militando en el Partido Socialista Popular, liderado por Tierno Galván. Tras su primer mitin en Almería, tomando un piscolabis en el Bayyanna, participé en una conversación entrañable entre don Enrique y Paco. Ambos comentaban sus orígenes  anarquistas. Uno, hizo la guerra siendo estudiante en Madrid, en el regimiento 'Aguiluchos' de Juventudes Libertarias y el otro, aquí en Almería, el 18 de julio, con dieciséis años, falsificó la cédula de identificación poniéndose dieciocho, se incorporó al batallón 'Floreal' de la CNT y se fue a combatir al frente porque en la ciudad no hacía falta. En tono amable, les manifesté  mi extrañeza de que, con sus ideas ácratas, se sometieran a la disciplina de un partido político. Fue Paco el que se adelantó a justificar su militancia en el PSP, diciendo que era el único partido que proclamaba la auto gestión, respuesta que complació al 'Viejo Profesor' y a mí también.

Nuestro hombre cayó preso en el frente de Teruel y sufrió trabajos forzados en un penal de Cantabria. Ya en Almería tuvo que vivir en una cueva de La Chanca, sin ir por el centro para evitar las represalias de los matones falangistas.  Sólo podía faenar en la pesca de la almeja, trabajo que nadie quería por duro. Cuando se hicieron las casas subvencionadas del Tagarete, al vivir en cueva, casado y con dos hijas, le correspondía una. Cuando fue a solicitarla, el jerifalte de turno le pidió el carnet de Falange. Dijo que no lo tenía y le  indicaron que estaba obligado a afiliarse al Movimiento si quería la casa, pero él se negó. Así perdió la vivienda, pero ganó en coherencia con su compromiso político. Pasados los años, con inteligencia y laboriosidad  consiguió abrirse camino en distintos trabajos, compró casa y montó un comercio de efectos navales que llegó a adquirir gran prestigio en el sector náutico-pesquero.

La última vez que hablé con él fue el 14 de abril, junto a la estatua de don Nicolás Salmerón, llevaba tres flores (roja, amarilla y morada) y me dijo: “José Mª, me temo que ya no voy a ver yo ondear la bandera española con estos colores”. Lo encontré desmejorado.

Dentro de la pena, me satisfizo verle con semblante sereno, ya en el ataúd, envuelto en la tricolor como había dejado dispuesto, aunque desgraciadamente él no pudiera abrazarla. Así se nos fue un hombre, en el sentido machadiano de la palabra, bueno y, del mismo modo que deseaba el poeta: “ligero de equipaje como los hijos de la mar”.

3 comentarios:

  1. Sr. Ortega: Ud. siempre aireando los tiempos socialistas, pero no comenta nada de su pasado en el Frente de Juventudes de Franco. ¡¡Cómo se puede ser tan cínico e hipócrita!!...............

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  2. Paco Cañizares padre, una persona extraordinaria, con suma sencillez ha transmitido muchos valores, su ejemplo de vida perdurará en los que le hemos conocido. Agradezco al autor del artículo sus palabras, leerlas reconforta el ánimo.

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  3. Genial hombre grande¡¡¡ yo amigo de su hijo nono cañizares de quien estoy muy orgulloso, es muy claro que nono tuvo grandes referencias como la de su padre ya que es un grán artista y persona,uno de los grandes contribuyentes al arte del teatro de calle y escénico,gracias nono¡¡ tu amigo CHUMBI.

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