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Griñán excluye a los críticos


Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía

El 12 congreso del PSOE-A que algunos preveían como un paseíllo triunfal para José Antonio Griñán después de haber conservado, contra todo pronóstico, el Gobierno de Andalucía, reventó. Los críticos se hicieron visibles de forma inesperada eligiendo el voto en blanco para mostrar su rechazo a la candidatura de Griñán como secretario general. El edificio socialista ya tenía fisuras.
En torno a la una de la tarde, el PSOE andaluz reunido en El Toyo crujió y una grieta volvió a recorrerlo de arriba a abajo. 159 votos en blanco. El 28,7%. Griñán fue reelegido como líder de los socialistas andaluces con un 71%. Hacía dos años que hizo historia con un 99,6%. Solo él se votó en blanco a sí mismo. Y hacia apenas trece horas que la gestión de su ejecutiva regional había obtenido un 95,5%. Nadie lo esperaba. Es un resultado inédito desde 1994. Ni siquiera muchos de los críticos confiaban en un voto de rechazo tan abultado. “Han roto el mandato representativo”, denunciaron los griñanistas, que denunciaron que en los congresillos previos al cónclave regional los críticos habían pedido el voto en clave de relevo provincial pero dejando claro su voto a favor del líder andaluz.

Griñán subió noqueado a la tribuna a agradecer la confianza recibida. El día anterior había proclamado que él no tenía críticos y había dejado claro que no iba a olvidar los momentos difíciles de una campaña electoral que afrontó con sentimiento de orfandad y soledad. Se sintió traicionado por mucha gente y su herida seguía abierta. “No olvidaré las luces pero tampoco las sombras, aunque sea para que no vuelvan a sorprenderme”.

“Si me pinchan, sangro”
Después, en una intervención definitiva a puerta cerrada que puso el broche final a un debate interno con un aluvión de reproches, retó a sus opositores dentro del partido a desenmascararse. “Si me pinchan, sangro, si me empujan, me caigo pero decídmelo de frente”. Los críticos sintieron que, lejos de tenderles la mano o encajar sus reproches, los estaba provocando. Sus voces advirtieron de que se habían encajado tres derrotas electorales consecutivas y de que se podía seguir tocando fondo, denunciaron la corrupción en la Junta y se oyó un lamento general por la falta de diálogo interno y las imposiciones desde San Vicente. Además se alertó sobre el peligro de que IU sea quien esté marcando, opinan algunos, el rumbo político al Gobierno.

Quienes conocen bien lo que pasaba en ese momento por la cabeza de Griñán dicen que no fue un calentón sino una intervención calculada que terminó por deslucir el congreso de la unidad y la cohesión que habían proclamado. Estaba harto. Quería, dicen, que se cerraran filas y aflorara de verdad la dimensión de un movimiento crítico que hasta ayer se había hecho visible a través de voces minoritarias en las provincias de Córdoba, Málaga y Sevilla, en Cádiz con un partido prácticamente roto en dos y en Jaén, donde los contrarios a Griñán controlan el partido sin apenas fisuras.

En un mal momento
No se sabe si calculó bien, pero ya es oficial: Griñán es secretario general con un partido dividido y un 30% en su contra. Ocurre en un mal momento. Con una crisis económica demoledora como telón de fondo, un descrédito de la política y un desapego de los ciudadanos que se tradujo en la pérdida de más de 650.000 votos en las últimas autonómicas y un Gobierno en coalición con IU que tiñe de inestabilidad el mapa electoral andaluz.

Él mismo, en un encuentro informal que mantuvo con los periodistas lo dijo: “Los críticos querían otro secretario general”. Ya no cabe decir que el rechazo es contra la anterior ejecutiva o contra las formas de la secretaria de Organización saliente y aspirante a liderar Sevilla, Susana Díaz. Era contra Griñán, según se desprendió ayer de la votación.

Pese al golpe, el líder socialista se mostró tranquilo. Él siente que tiene el respaldo del 90% de la militancia y minimiza el rechazo cosechado. Y no tenía ninguna intención de hacer una ejecutiva regional que reparara heridas, que integrara y tapara la grieta. Si los críticos querían hacer valer su peso para reclamar puestos en el puente de mando, Griñán leyó el mensaje de una manera radicalmente contraria y dijo sentir manos libres para no sentar a su mesa a quienes no le habían votado. La palabra integración estaba ayer desterrada del discurso oficial, a pesar de que en un principio se apuntó al diálogo con Jaén. Los delegados de esta provincia votaron en bloque en blanco. Griñán consideró que habían dado un portazo a las negociaciones. El secretario provincial de los jiennenses, Francisco Reyes, no se pronunció.

El flamante vicesecretario general, Mario Jiménez, fue el responsable de las negociaciones para conformar la cúpula andaluza. Empezaron a hablar con los dirigentes provinciales después del almuerzo y Griñán se incorporó ya entrada la tarde. La noche anterior habían mantenido una cena donde, según los asistentes, no se profundizó en los nombres de la futura cúpula regional. Todo apuntaba que iba para largo. Como anécdota: los negociadores pidieron Red Bull, a pesar de que Griñán quería tener su ejecutiva cerrada a las diez de la noche.

Mario Jiménez, “pieza clave”
Las indicaciones de Griñán eran claras. La vicesecretaría general de Mario Jiménez será “la pieza clave” del futuro partido. Un órgano más reducido, que pasara de los 40 miembros actuales a unos 35, y con la vicesecretaría general como pieza clave. Habría cinco o seis personas designadas directamente por Griñán. Su amiga Amparo Rubiales estará en la ejecutiva. También seguirá Rosa Torres. Una de ellas será la presidenta del PSOE-A y otra ocupará una secretarúa. El compromiso del presidente fue la paridad y las socialistas estaban dispuestas a dar batalla, cansadas de que la renovación siempre se cobre nombres femeninos. Ayer las militantes exigían presencia en los primeros puestos.

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