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A Podemos se le congela la sonrisa

Emilio Ruiz

Quienes tenían la esperanza de que anoche, tras el recuento de todos los votos depositados en las urnas, se iban a encontrar con un resultado electoral que facilitara el camino hacia acuerdos de Gobierno mucho más simples que ahora se tendrán que dar con un canto en los dientes. Efectivamente, tras medio año sin Gobierno –o con un Gobierno en funciones, que no es lo mismo pero casi- volvemos al punto de partida. El trasvase de unos diputados de Ciudadanos (8)  y del PSOE (5) al Partido Popular no facilita de forma notoria la formación de nuevo Gobierno.

Los cuatro principales candidatos

Vayamos por partes. A nivel provincial, el PP arrebata el sexto diputado a Podemos. El triunfo del PP en Almería es contundente. El partido de Pablo Iglesias no se equivocó al fichar al exJEMAD Julio Rodríguez. El error fue presentarlo por Almería, una provincia que no conocía ni siquiera de visita. Los correligionarios de Izquierda Unida del general recibieron con recelo su nombramiento, y ahora se ha podido ver que este recelo se ha transformado en un voto de castigo. El electorado de Almería ha tirado de dignidad para dar calabazas a un candidato que, tal como hemos manifestado más de una vez en estas páginas, nunca debería de haber aceptado su nominación por Almería. La incorporación de un personaje significado a una candidatura se negocia en todos los extremos. Julio Rodríguez no ha mostrado ser tan buen estratega político como militar. Tenemos la impresión de que tras este segundo revés, el general se batirá en retirada. También porcentualmente el triunfo del PP en Almería es notorio. Ha subido casi cinco puntos porcentuales. El PSOE se ha mantenido a duras penas. Por lo que respecta a los partidos emergentes, Ciudadanos ha conservado el tipo, al perder tan solo algo más de un punto, mientras Unidos Podemos no ha recogido, tal como se esperaba, la cosecha que por separado obtuvieron Podemos e IU (en aquella ocasión acumulaban un 16,28, que esta vez se han reducido algo menos de tres puntos).

Por lo que respecta a Andalucía tenemos que recordar que la secretaria general del PSOE de Andalucía y presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se ha tomado estas elecciones como si fueran de candidatura propia. Ha personalizado –en su persona, se entiende- la campaña  e incluso ha conseguido que Pedro Sánchez celebre su mitin de cierre en Sevilla. Tanto esfuerzo no ha servido para impedir que el Partido Popular le supere por primera vez en unas elecciones generales. Juanma Moreno, el presidente del Partido Popular que sustituyó a Javier Arenas, se está encontrando por aquí abajo un hueso más duro de roer de lo que él esperaba. Pero una vez más puede comprobar que el Partido Socialista no es invencible en su principal feudo. El resultado del PSOE de Andalucía no fortalece a Susana Díaz ante un posible desplazamiento a Madrid. El PP vuelve a ser de nuevo el partido hegemónico de Andalucía (anteriormente lo fue en unas elecciones autonómicas), quitándole dos diputados a su eterno rival socialista. Podemos arrebata un diputado de Ciudadanos gracias a la unión con IU.

El 26-J ha venido precedido, a nivel nacional, de dos polémicas que nadie sabía precisar en qué podían cambiar el sentido del voto: el caso de Fernández Díaz y el Bréxit. Mientras el primero podría perjudicar al PP, se decía, el segundo podía favorecerle. Las cuatro patas de la mesa electoral española, personalizadas en Mariano Rajoy (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (UP) y Albert Rivera (C’s), sabían que iba a resultar muy difícil obtener un resultado más ventajoso del conseguido el pasado 20-D. Como es natural, Pablo Iglesias cedió finalmente a llevarse a sus filas a IU porque tenía la esperanza de superar al PSOE, del que le separaba algo más de un punto porcentual. No era necesario que IU aportara sus 3,7 puntos para facilitar el ‘sorpasso’. Con la mitad era suficiente. Pero la jugada no le ha salido a Pablo Iglesias. Ése ha sido el único respiro que ha tenido el PSOE en estas elecciones, ver cómo quien pretendía desplazarle de la hegemonía de la izquierda no lo ha conseguido..

La jornada del 26-J se puede resumir en un fortalecimiento del Partido Popular y de su líder, Mariano Rajoy, un tibio mantenimiento del tipo del Partido Socialista (tiene cinco diputados menos pero no ha bajado porcentualmente), un deterioro de Ciudadanos y un choque con la realidad de Podemos, que ya se ha dado cuenta de que las elecciones no se ganan porque lo digan las televisiones o porque así lo crean los estudios demoscópicos y las redes sociales.

El panorama electoral de anoche queda de forma muy parecida al 20-D, con el señalado trasvase de votos de Ciudadanos (8) y PSOE (5) al Partido Popular. La formación de Gobierno queda tan intrincada como hace medio año. Pedro Sánchez ha vuelto a reiterar en campaña que el Partido Popular no gobernará ni con su apoyo ni con su abstención. Nadie quiere oír hablar de unas terceras elecciones, por lo que los socialistas se tendrán que replantear si merece la pena obstinarse en esa línea roja. Posiblemente la solución esté en que Mariano Rajoy se eche a un lado y se deje vía libre al Partido Popular para que forme Gobierno. Anoche se destacaba que el resultado fortalece a la figura de Mariano Rajoy. Es cierto. Pero eso no quiere decir que no sea su cabeza lo que el PP tiene que ofrecer para conseguir la presidencia del Gobierno. Lo sabremos en los próximos días.