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La campaña mediática

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Paolo Vasile, jefe de Telecinco y la Cuatro, ha estallado contra su competencia: “La Sexta es una televisión de propaganda y manipulación”. Parece que la campaña electoral también ha llegado a la cúpula de los grupos rivales audiovisuales (Mediaset y Atresmedia). El rebote de Vasile le asalta al conocer el share del programa “desguace” del Debate a 4, que fue un éxito de audiencia para La Sexta.

La guerra por acaparar la audiencia del sector más radical de la izquierda se desencadena por el “descubrimiento” de una estrella mediática en una televisión curiosamente identificada ideológicamente con el Partido Popular, Intereconomía. El espacio El gato al agua promocionó un personaje que daba juego en el brillo y contraste tertuliano, y, según los geniales prescriptores del PP, era muy positivo fomentar a Pablo Iglesias para erosionar y dividir al electorado de la izquierda, especialmente al PSOE. Y, como casi siempre, las geniales ideas del PP en materia de comunicación y medios resultaron un fiasco.

Logotipos de Cuatro y La Sexta

Ante un sector de la población que despierta tras una dilatada existencia de letargo, indiferencia y pasotismo el mercado televisivo se agita y aguza el ingenio para sacar partido auspiciando y apuntalando una opción visible y atractiva para el nuevo público objetivo. Miles de indignados pululan a la búsqueda de un líder, y algunos medios se afanan en la visualización y consagración definitiva de una estrella que oriente y aglutine a las audiencias fieles y, de paso, a las más refractarias para estar avisadas. Así se consigue un éxito comercial insospechado, dejando a un lado los efectos colaterales que pueda producir un gobierno con tientes anarquistas, comunistas, bolivarianos… En cualquier caso, el capital de las dos cadenas que pugnan por las audiencias reside en Italia. España es el escenario extractivo de dividendos para Cuatro y La Sexta; y lo que suceda aquí será problema nuestro; nunca del consejo de administración de los italianos que, en definitiva, son los que mandan.

Mientras tanto, Javier Ruiz (Cuatro) se mea -literalmente- de la risa que le producen los casos de corrupción que irrumpen a diario. Ya sean millones o cuatrocientos euros, “¡esto es lo más grande, el Apocalipsis y Armagedón!”. Y el profesor Verstrynge imparte lección magistral de estipendiada democracia bolivariana. Y si uno está en Cuatro, el otro está en La Sexta con Ferreras anunciando una primicia inminente que convulsiona el Universo: “Rajoy se emociona contemplando un campo de alcachofas… jajajaja”.

El Partido Popular es incapaz de propiciar y mantener algo parecido a un “Intermedio” u otros programas como estos shows de sesgo ideológico. Lo más que llegó fue a leer un comunicado de Comisiones Obreras como “ce ce o o”. Todo un atrevimiento imperdonable.

El PP tendría que saber que lo que ha ganado la izquierda radical (Podemos, IU, Mareas, etc.) lo han afianzado los medios que han sabido hacer negocio con ellos, sin importar lo que suceda en un futuro inmediato. En los experimentos conducidos desde corrientes progresistas siempre hay más permisividad para la avería, comprensión y el silencio inerme de la derecha. Por tanto, pierde el tiempo el PP criticando a “Heidi con coleta” o “zombis y veletas”. El problema del PP radica en la capacidad para movilizar a sus propios votantes, que los tiene; pero no genera la suficiente empatía o análisis de la realidad que excite a esos miles de votos que se quedan fuera de las urnas por no se sabe qué motivos; bueno, quizá se quedan en casa viendo La Sexta o Cuatro, pero los votos se quedan fuera… y pasa lo que pasa.