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Cuando el niño Julio Iglesias veraneaba en Garrucha


Manuel León
Periodista

➤➤➤Antes de Benidorm y Miami fue Garrucha; antes de conquistar el estrellato musical y la fama mundial, Julio Iglesias de la Cueva tuvo su primera playa, sus primer sabor a salitre y sus primeros pasos sobre una arena mojada, en esa rada abierta a los cuatro vientos en el Levante almerienses. Fueron dos veranos infantiles, fugaces y dichosos -los de 1948 y 1949- los que la familia Iglesias de la Cueva, con sus hijos Julio y Carlos, procedentes de Madrid, pasaron sus vacaciones en Garrucha. Primero en la posada de las hermanas Isabel y María, en la entonces calle Calvo Sotelo, y luego en una casa de alquiler.

Julio Iglesias, de niño, en Garrucha (La Voz)

Julio Iglesias Puga y Rosario de la Cueva Perignat se sumaron así a la costumbre del veraneo almeriense iniciada por su tío Jorge de la Cueva y Orejuela, dramaturgo y crítico literario de El Debate y su esposa Pepita de Haro Benavides, hija del que fuera alcalde de Vera, Tomás de Haro. De la misma manera, se adhirió también el abuelo materno del cantante, José de la Cueva -hermano de Jorge y autor teatral como él- junto a su esposa Dolores de Perignat, de origen puertorriqueño. Allí disfrutaron las tres familias de esas temporadas de baños de finales de los 40, enfrente de El Perejil, cuando no había sido reconstruida aún la Caseta de Sanidad como Club Náutico; allí corretearon con el culo al aire lo hermanos Carlos y Julio, en ese polvoriento malecón que entonces se regaba a mano, saboreando chambis y riñendo con las posaderas por ensuciarles el suelo con los pies de arena de la playa, así al menos lo recordaba María Carballo, una vecina de la época, quien evocaba también cómo Julio, tenía ya una amiguita especial que era de Huércal-Overa.

El abogado José de la Cueva de Haro, primo de la madre del artista que más discos ha vendido en la historia de la música latina, recordaba sobre todo de Julio y de Carlos que se ponían negros como el hollín de tanto sol almeriense. Y abundaba en ello el abogado Fausto Romero-Miura- un abrazo eterno desde aquí para él- cuya madre era amiga de la de Julio en esos días estivales de Garrucha, donde la familia materna de Fausto tenía casa. “Le llamaban Sabu, de negro que se ponía”, rememoraba Fausto refiriéndose al cantante. (Sabu era un actor hindú muy en boga en la década de los 40 que participó en películas como El ladrón de Bagdad y que destacaba por su tez morena).

El propio Julio recordó en dos ocasiones que actuó en la provincia sus vínculos con Garrucha a través de su familia materna: una fue en Olula en los años 90 y otra en la Plaza de Toros de Roquetas, en 2013, cuando evocó desde el escenario, antes de arrojar la corbata al público: “Yo pasé tiempo en Garrucha, cuando era un chavalito, me gustaría volver a ese pueblo”.

El abuelo del divo y su tío abuelo -José y Jorge de la Cueva-, hermanos, autores y críticos teatrales de cierta nombradía, eran oriundo de La Palma del Condado, provincia de Huelva, donde nacieron en 1886 y 1884 respectivamente. En 1908 triunfaron ganando el primer premio del diario El Heraldo de Madrid con su sainete ‘Aquí hace falta un hombre”. Después le siguieron zarzuelas, guiones cinematográficos y numerosas comedias representadas en teatros madrileños como el Albéniz o el Calderón.

Don Jorge, más prolífico, escribía sus crónicas artísticas en el diario El Debate y en el Ya y fue profesor de la primera Escuela de Periodismo. Su obra Creo en ti fue llevada al cine por Luis Lucía con el nombre de Gloria Mairena, interpretada por Juanita Reina. También recibieron el premio Rodríguez Santamaría de la Asociación de la Prensa de Madrid en 1941 y 1942. En 1949, escribiendo también en tándem, obtuvieron el premio Lope de Vega, compartido con Buero Vallejo y su ‘Historia de una escalera’. La amistad de los de la Cueva con Buero era tal que el afamado autor pasó unos días de veraneo en Garrucha como invitado. Cuentan los que le conocieron, que cuando don Jorge se sentaba en el Malecón garruchero, en gratas tertulias estivales, era un ejemplo de erudición hablando de astrología o de marinería con el comandante Antonio Diufaín y entonces iba creciendo el número de oyentes atentos a esos ingeniosos debates en ese improvisado ateneo al aire libre.

 Los hijos de don Jorge -José y Manolo- y sus familias han seguido veraneando en Garrucha hasta ahora. José de la Cueva, el abuelo de Julio, desarrolló su labor de crítico teatral en el diario Informaciones, y fue uno de los primeros escritores que indagó en el supuesto origen mojaquero de Walt Disney, con su amigo el gallardero Serafín Alarcón.

La presencia de Julio Iglesias en Garrucha se quebró cuando el doctor Iglesias Puga y su esposa eligieron como nuevo lugar de veraneo la playa de Peñíscola. Para entonces, el joven Julio, que está a punto de cumplir los 76 años, se matriculó para estudiar Derecho en el CEU, soñando con convertirse en portero del Real Madrid, donde militó en el filial compartiendo vestuario con Grosso y Pedro De Felipe. Pero un accidente truncó su trayectoria y el destino le puso una guitarra en las manos, iniciando su escalada al estrellato. Al amparo de sus primeros éxitos, una delegación de garrucheros de Madrid le solicitó que actuara en el pueblo y que cediera la recaudación para restaurar la Iglesia, pero no hubo ocasión.

Nunca más volvió a Garrucha Julio -que se sepa-, el pueblo de su primera niñez, donde discurrieron sus primeros nados, donde se enfrentó a sus primeras olas, desde donde la vida ya nunca volvería a ser igual.

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