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Una asamblea clave para el futuro de CASI

Manuel León
Periodista

Cuando la CASI se creó su actual presidente aún no había nacido y menos aún su gerente. Desde entonces, desde ese añejo 1944, la cooperativa de La Cañada sigue anclada a Los Partidores, su claustro materno, donde se vende el tomate más sabroso de Europa, donde se despacha la mercancía que da de comer a más de 2.000 familias de la vega de Almería: no hay un venero de empleo que se le iguale en la ciudad.

La CASI es uno de los referente de la Almería neolítica, uno de los guardianes de las esencias del viejo campo regado por las boqueras del Andarax. Desde que un grupo de agricultores se agruparon para vender patatas en la alhóndiga de la Plaza, desde que descubrieron el tomate marmande, desde que desaparecieron los bueyes de labranza y aparecieron los enarenados y los plásticos. La Cooperativa de San Isidro sigue ahí, por tanto, en el mismo sitio y con la subasta a la misma hora, como el rey del tomate, con sus cerca de 1.700 socios tras haber colonizado también el Campo de Níjar.
Miguel Vargas no conoció los inicios de la cooperativa que hoy preside, pero tiene ante sí el reto de decidir qué senda tomar
Por la CASI han pasado ya tres generaciones de Berengueles, de Vargas, de Belmontes, Andújar y otra media docena de apellidos con pátina campesina. Los padres dejaron paso a los hijos y estos lo han empezado a hacer con sus nietos. Miguel Vargas no conoció los inicios de la cooperativa que hoy preside, pero tiene ante sí el reto, junto al resto del Consejo Rector, de decidir qué senda tomar para una de las primeras cooperativas hortofrutícolas de Andalucía: el movimiento o  que todo siga como hasta ahora.

La asamblea que se celebra hoy se perfila, aunque no sea electoral, como más crucial de lo que se presume. En la nave de envases de Los Partidores, a las seis de la tarde, se someterá a debate de los socios la posibilidad o no de externalizar actividades. En la vega, este punto ha generado mucha incertidumbre y en algunos casos rechazo (ya se echó para atrás este punto en la última asamblea, más centrada en elegir un nuevo presidente que en definir líneas estratégicas).
El Consejo Rector vuelve a plantear el reto de poder ampliar el portfolio de productos, aunque el tomate siga siendo la estrella
Ahora el Consejo Rector vuelve a plantear el reto de la modernización de la estructura de la cooperativa, de la opción de contar con terceros para facturar más, de poder ampliar el portfolio de productos, aunque el tomate siga siendo la estrella. Eso es lo que quiere el equipo de Vargas: crecer en pimiento, en pepino, en calabacín, aunque sea con producción en el Poniente -como han hecho a la inversa sus competidores  Agrupalmería y La Unión llegando hasta la Vega- porque los clientes cada vez demandan más variedad de productos. Y al cliente nunca se le puede decir no.

Es el planteamiento de Vargas y sus consejeros: o creces o mueres, o te adaptas al medio, como en la teoría de Lamarck y de Darwin, o desapareces del mercado. Sin embargo, hay una parte de la masa social que huele peligro en esa ‘externalización de actividades’ y argumentan que puede ser el fin de la vega, de la tierra de sus mayores, de sus raíces, que, con el aval en la mano, los gobernantes de la CASI podrían deslocalizar demasiado la producción hasta perderse las señas de identidad de La Cañada. 
Por eso no está nada claro el resultado de esta tarde y todo dependerá, parece, de cómo se expliquen las cosas.
Todo es más complejo en esta cooperativa tomatera que en cualquier otra casa, porque se trata de democracia pura y dura la que se ejerce
CASI es la única empresa agrícola de la provincia con un sistema mixto de comercialización mediante subasta y venta directa. Y cada presidente ha tratado de remar en una u otra dirección. Todo es más complejo en esta cooperativa tomatera que en cualquier otra casa, porque se trata de democracia pura y dura la que se ejerce y donde, por eso, nunca hay demasiado sosiego.

El hombre tranquilo que es Vargas tiene ahora como lugarteniente a un hombre que viene de otros sectores, que llega con la mirada limpia y con la visión panorámica y que tiene que dirigir  fábrica gigante ( un reto que se antoja más complicado que gestionar las parcelas del PITA). Antonio Domene tiene ante si esta tarde su primer mihura: convencer a los vegueros de que es necesario cambiar algunas estructuras, de que hay que modernizar y hacer más ágil la maquinaria pesada que es aún hoy la cooperativa y de que es positivo comprar género de terceros y expansionarse con almacenes hacia otros territorios para servir al mercado.

Lo que ocurra esta tarde en la Asamblea puede ser clave para el futuro de esta legendaria cooperativa y permitirá afrontar, con más o menos calma, otros retos como el futuro de la inversión en El Maltés o la necesidad de agua suficiente para no cultivar bajo la espada de Damocles.

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