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La carta de Ana Julia Quezada


Emilio Ruiz
www.emilioruiz.es

Si hay una conclusión clara que se pueda extraer de las dos cartas enviadas por Ana Julia Quezada a Ana Rosa Quintana, esa conclusión no es otra que la del cinismo que emplea. La asesina confesa del pequeño Gabriel podría haber aprovechado la ocasión para dedicar todo el texto de las misivas a expresar, primero, su arrepentimiento, y después, para suplicar el perdón de los padres del niño y de su familia y de otras muchas personas que se han sentido heridas por un asesinato tan cruel.

Mucho cinismo

Lejos de esa actitud de humildad, Quezada manifiesta un deseo de perdón que se nota artificial. Dice que no puede hablar porque aún sigue el secreto del sumario, pero, sin embargo, se adentra en la exposición de cuestiones insustanciales –insustanciales ante la gravedad de lo sustancial- que intenta elevar al misma nivel que su cruel asesinato. “Lo primero, estoy impactada por todas las mentiras que se han dicho de mí”, dice. ¿Eso es lo primero, Ana Julia? “Fue un accidente y siempre lo diré porque es la verdad”. Ningún indicio conocido hasta ahora ahonda en esa posibilidad. No hay que conocer en detalle el desarrollo de la investigación, sino simplemente tener constancia de los hechos que las fuerzas y cuerpos de Seguridad han dado como probados -y que tendrán, ciertamente, que ratificar los jueces- para saber que la dominicana asesinó a Gabriel de forma planificada, premeditada, y que mantuvo el secreto durante los doce días posteriores.
La asesina confesa de Gabriel aprovecha la misma línea del perdón a los padres para reclamar el perdón de su hija, como si fuera un perdón equiparable
La asesina confesa de Gabriel aprovecha la misma línea del perdón a los padres para reclamar el perdón de su hija, como si fuera un perdón equiparable. Tiene razón –aquí, sí- cuando afirma que “cometas el delito que cometas nos tienen que tratar como personas”. Qué pena que no hubiera practicado tanto raciocinio cuando decidió acabar con la vida del pequeño. En otro lugar de las cartas Ana Julia abre de par en par las puertas a la cuasi exculpación y hace insinuaciones intolerables: “Tengo mucho que contar, en cuanto pueda, lo explicaré”, escribe. Posteriormente instala en el mismo plano su cruel acto con el ciertamente despreciable hecho de quemar una muñeca de plástico con su cara, para concluir: “No soy más monstruo que esas personas”. Es, quizás, la mayor barbaridad que expresa.
Debe la dominicana dejar de escribir cartas exculpatorias o justificativas y contar todo lo que tenga que contar a quienes son sus receptores naturales: los profesionales de la justicia que instruyen la causa de la muerte del pequeño
Ana Julia Quezada finaliza la más extensa de sus cartas a Ana Rosa Quintana manifestando que “menos mal que aquí en la prisión me siento bien y me tratan como es debido porque son profesionales”. Debe la dominicana aprovecharse de ese trato –habría que decirle que ese exquisito trato no forma parte de la anomalía sino de la normalidad de un Estado de derecho como España- para dejar de escribir cartas exculpatorias o justificativas y contar todo lo que tenga que contar a quienes son sus receptores naturales: los profesionales de la justicia que instruyen la causa de la muerte del pequeño.

Esta es la carta íntegra enviada por la presa a Telecinco, escrita en dos partes:

¿Que cómo estoy? Pues te puedes imaginar, nada bien. Ante todo pedir perdón a toda la familia de Gabriel y a todas las personas que he hecho daño. No puedo hablar mucho por el secreto de sumario. Lo primero, estoy impactada por todas las mentiras que se han dicho de mí. ¿Mi versión de los hechos? Fue un accidente y siempre lo diré porque es la verdad. Me asusté mucho, el miedo se bloquea y actué así. No fui lo suficientemente fuerte como para decirle a mi pareja, a nadie, lo que había pasado y, poco a poco, me fui metiendo en una bola cada vez más grande.
Tengo una hija y le he hecho mucho daño, espero que ella algún día me pueda perdonar
Sé que no tengo excusa por el accidente. Quite a la persona que amo lo más grande que uno puede tener, un hijo. Ángel, Patricia, a todos perdón. Tengo una hija y le he hecho mucho daño, espero que ella algún día me pueda perdonar. También creo que cometas el delito que cometas nos tienen que tratar como personas. Sé que pasaré el resto de mi vida aquí, pero esto es en lo que menos pienso. Tengo mucho que contar, en cuanto pueda, lo explicaré.
Lo que no veo normal son otras imágenes donde sacan una muñeca de plástico negra, la ponen en una plaza y la queman como si me quemaran a mí
Hola Ana Rosa otra vez. Impresionante las imágenes que he visto hoy. Subo del patio y como siempre pongo las noticias y en Tele5 sale que el juez tiene nuevas noticias sobre la muerte de Gabriel, vale. Lo que dicen coincide con mi declaración, pero lo que no veo normal son otras imágenes donde sacan una muñeca de plástico negra, la ponen en una plaza y la queman como si me quemaran a mí.
No soy más monstruo que esas personas y lo hice por un accidente
Lo mío con Gabriel lo dije y siempre lo diré, fue un accidente. No soy más monstruo que esas personas y lo hice por un accidente. Ellos lo harían queriendo, son más monstruo que yo. Al escribir esta carta me tiemblan las manos. Así que disculpas cuando hay padre gente de color blanco que cometen esos crímenes nunca he visto tantas barbaridades. Eso se llama racismo y xenofobia.
Soy negra, cometí un delito sin querer, lo único que pido es que se me juzgue y se me trate como se me tiene que tratar en mi situación
Soy negra, cometí un delito sin querer, lo único que pido es que se me juzgue y se me trate como se me tiene que tratar en mi situación. Dicen que el fiscal va a investigar si se trata de racismo. Por Dios! Si ya cuando me detuvieron en el coche que me metieron las dos chicas que se montaron conmigo, esas mismas me querían matar con las esposas por detrás y diciéndome una “ahora mismo te mataba, zorra. Te dejaba en una plaza para que te mataran, hija de puta. A ver si con un poco de suerte te matan en la cárcel”.
No sé si sabéis que la familia de Ángel es Guardia Civil, con esto os puedo decir cómo me trataron
En el calabozo fue un infierno. No sé si sabéis que la familia de Ángel es Guardia Civil, con esto os puedo decir cómo me trataron. Estoy con antidepresivos y pastillas para comer y dormir. Que no hay racismo en España? Ahora lo pongo en duda, menos mal que aquí en la prisión me siento bien y me tratan como es debido porque son profesionales. Un saludo, Ana Julia Quezada Cruz.

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