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Un hijo de almerienses opta a comprar la parte de Repsol de YPF

Manuel León
Redactor-Jefe de La Voz de Almería

Iban tomando mate y sin cinturón de seguridad en el auto, su viejo y su vieja, en el mejor coche de Comodoro, un Peugeot 504, serie 2000, color verde manzana. Salieron de madrugada, con el contable de la empresa, rumbo a Neuquén, a ver la primera concesión de Gas del Estado que le acaban de adjudicar. Al padre se le cayó algo, se agachó y al incorporarse ya tenía un camión de frente encima. Pegó un volantazo y el auto empezó a hacer trompos. El papá y la mamá de Cristóbal salieron despedidos y el vehículo los aplastó. “A quien le tocaba hacer ese viaje era a mí”, confesaba Cristóbal López, el hijo de emigrantes almerienses años después, lleno de culpa, al periodista argentino Luis Majul. Pero su madre se empeñó: “¿Acaso soy la esclava de la casa, no tengo derecho a pasear un poco con padre?”. Era 1976 y el joven Cristóbal quedaba huérfano con 19 años, con una hermana, María José, y un millón de dólares en bienes que les legaban sus progenitores. 
Cristóbal López, con la presidenta Cristina Fernández

Su historia arranca cuando en 1949 embarca su padre, Cristóbal Manuel López, en el Puerto de Almería rumbo a la Argentina, huyendo de la escasez, del esparto, de las legañas, soñando con el trigo candeal que enviaba Evita a los españoles de postguerra y que veía en las imágenes del Nodo en el Hesperia. Enseguida empezó López a ‘laburar’: tenía que juntar plata para mandarle el pasaje a su mujer que se había quedado en Almería. A los pocos meses se instalaron en San Rafael, Mendoza y en 1952 ya tenía el emigrante almeriense un almacén de forrajería y criadero de ganado que se convirtió en el más próspero de La Patagonia. Después, empezó a transportar combustible del Gobierno con sus camiones. Cristóbal hijo se empleó en trabajar como repartidor de pollos del criadero de su padre en 1971. Tenía entonces 15 años y un domingo que su padre jugaba a las cartas con el gerente del Banco Nación, le pidió un crédito para comprar una camioneta; el banquero le contestó: “Si te lo firma tu padre, lo tienes asegurado”. Su padre le asignó el mejor recorrido y empezó a ganar un buen dinero. Pero con 17 años, el viejo le exigió que dejara el reparto en carretera para aprender a administrar la empresa.

Cuánto me vas a pagar?". "El mínimo establecido"
Los negocios de los gallegos almerienses crecían deprisa. López hijo preguntó a su padre si era un ascenso y éste le contestó que sí. “¿Cuánto me vas a pagar?”, le preguntó, y le respondió: “El mínimo establecido”. Cristobalito comparó sueldo y se le vino el mundo encima en su entendimiento juvenil. Iba a salir perdiendo y hasta pensó en amotinarse y abandonar el hogar paterno con sus ahorros. Al poco se produjo el accidente y entonces comprendió las razones de su padre.

Después del triste suceso, estuvo un año sin hablar con nadie, hasta que empezó a salir adelante de nuevo. En 1980 creó Clear, recolectora de basuras de su ciudad, después una constructora y obtuvo la concesión de los camiones Scania y Toyota. En 1991 ganó la primera concesión del casino de Comodoro y fundó la empresa Casino Club. Estaba empezando a poner los remaches de su imperio, que, en homenaje a la tierra de sus padres, lleva por nombre Grupo Indalo, una de las mayores corporaciones empresariales americanas con más de 20.000 empleados y 5.000 millones de dólares de facturación (diez veces más que Cosentino).

Almería Austral
Una de sus más rutilantes operaciones la realizó precisamente con Almería Austral -otra guiño a sus orígenes-, una compañía de servicios petrolíferos y perforaciones en Río Gallegos, que vendió a un competidor, quien pagó cinco veces su valor por sacar al almeriense del mercado. Pero, como una hormiguita, siguió dando rienda suelta a su ingenio para los negocios.

En 1998 conoció a Néstor Kirchner, patagónico también y gobernador entonces de Santa Cruz. Le echó una mano en una adjudicación para perforar unos pozos de petróleo y Cristóbal, agradecido, nunca lo olvidó. Cuatro años más tarde, ese gobernador, con el que había intimado junto a su mujer Cristina, se convirtió en el presidente del país. A partir de ahí empezó a crecer su aureola como el ‘empresario K’, el testaferro de los Kirchner, un extremo que López siempre negó, más allá de una simple relación de amistad entre Néstor y Cristóbal y entre Cristina y su mujer Muriel, propietaria de uno de los gimnasios y centros de belleza más espectaculares de toda la República, More Wellness. Lo cierto es que si los negocios le iban bien, empezaron a irle aún mejor, aunque a cambio tenía que contratar a todos los recomendados de los hombres de Kirchner.

Casinos Club
Entró a saco en el negocio de los casinos y las tragaperras con Casino Club, del que es socio mayoritario: opera los dos casinos flotantes de Buenos Aires, en alianza con Manuel Lao (Cirsa), otro empresario de origen almeriense, las tragaperras del Hipódromo de Palermo y más de veinte casas de apuestas en Misiones, La Pampa, Mendoza, Tucumán, Santa Fe y Tierra de Fuego. Por algo le llaman el ‘zar del juego’ al hombre que patronea el Grupo Indalo desde su búnker acristalado en la Avenida Córdoba de Buenos Aires.

Aseguran que Lao siempre intuyó que quien estaba detrás de su detención en la aduana del aeropuerto bonaerense en la Navidad de 2006 con 500.000 euros en efectivo y cajas de los mejores jamones españoles era el propio López. En esa época López presionaba a su paisano almeriense de Doña María para que le vendiera el 50% de los casinos flotantes. La operación se cerró en el Oviedo, un restaurante de pescado bonaerense, y ambos magnates salieron satisfechos. Así lo reconoció poco tiempo después el propio Lao en una comida en el restaurante El Pino, junto a la A-92 almeriense: “Yo no quería ceder nada de un negocio rentable como Puerto Madero, pero comprendí que tenía que hacerlo”.

Ciudadano López, el hijo del tío Cristóbal, es hoy, con 56 años, un poderoso mltimillonario, enigmático aún para los propios argentinos. Es dueño de miles de hectáreas en La Patagonia y una de sus múltiples empresas, Olivares del Sol, administra 2.800 hectáreas de olivos en Catamarca que vende a los voraces italianos. También ha adquirido la empresa láctea El Amanecer y La Salamandra, una cadena que fabrica dulce de leche. Las últimas operaciones de las que se sabe son la compra del 70% del banco Finansur y la adquisición, a través de Oil M&S, de 360 estaciones de servicio y la refinería de San Lorenzo a Petrobras por 110 millones de dólares. Tiene el megaempresario dos hijos, Jesús Nazareno (24 años) y Emiliano (21años) y vive frente al mar en Rada Tilly (Chubut) en una mansión totalmente vidriada.

De 8 de la mañana a 11 de la noche
Entre sus caprichos cuenta con un avión, dos barcos y varios picaderos donde cría caballos de pura sangre. Ahora otea, con su audaz genética almeriense, desde su despacho acristalado, donde trabaja desde las 8 de la mañana a las 11 de la noche, la oportunidad de su vida, un órdago a la grande: quedarse con las ascuas de Repsol en el gigante expropiado YPF para convertirse en un nuevo ‘Cristóbal Colón, el conquistador’. De momento, el nuevo gerente de la petrolera nacionalizada argentina, Exequiel Espinosa, es un antiguo empleado suyo en Oil M&S.

Cristina, su amiga, tiene la última palabra para que el hijo de unos pobres emigrantes almerienses se convierta en el nuevo ‘emperador del petróleo’.

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