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Ejemplo de ejemplares

Antonio Felipe Rubio
Periodista

El afán por recuperar la confianza del ciudadano en los políticos con medidas ejemplares y trayectoria intachable se está convirtiendo en una pulsión apresurada para escenificar y sobreactuar cualidades, conductas y reacciones que, lejos de convencer, convierten a los implicados en intérpretes de una farsa que acrecienta y estimula la desconfianza.

Willy Meyer
Esta semana -la de las imputaciones, detenciones, renuncias, dimisiones…- hemos podido conocer la rauda renuncia al estipendiado escaño de eurodiputado de Willy Meyer (Izquierda Unida). El detonante ha sido el “descubrimiento” de una participación en un fondo de inversiones (sicav) que un gran número de europarlamentarios mantenían con aportaciones mensuales de unos mil euros para, en su día, rescatar la inversión más beneficios que, llegado el momento, devengarían los tributos reglados.

Sin embargo, Izquierda Unida, apresurada en afear la conducta de otros, sacrifica a un propio para ejemplar escarnio del ajeno. Pero, como oí decir, “lo importante no es que la niña sea puta, sino que se sepa”. Ahí radica el problema, cuando aparece la lista de beneficiarios de una inversión legalmente aceptada y regulada, pero que se identifica con los ricos y privilegiados. Consecuentemente, hay que escenificar una enérgica repulsión aunque cueste un sacrificio que, aun doloroso, servirá para rentabilizar la defensa de una pretendida honorabilidad y argumento para afear conductas ajenas. O sea, política postural de salón. Los más radicales (Sánchez Gordillo) se nutrían con dos sueldos oficiales… hasta que se hizo público; ahí está el problema y no en la “conciencia” proletaria, solidaria y ejemplar.

En los próximos días se verá el alcance, eficacia y rentabilidad de la “espontánea” reacción de Meyer. Habrá que ver qué tipo de compensación obtiene y si será igual de exigente con los que le han obligado a renunciar a tan apetecible y acomodado empleo. No hay nada más impetuoso y destructivo que una venganza radical de la izquierda.

Hay otros casos que, forjados en la zafiedad intelectual, producen hilaridad por el descaro de sus protagonistas. La deslenguada “Maleni”, apelativo de guerra de Magdalena Álvarez, acaba de dimitir del BEI (Banco Europeo de Inversiones) cinco minutos antes de que la cesen. Además, imprimiendo gestos de la firma, se marcha con el estruendo del portazo soez que no encaja con el prestigio de la institución luxemburguesa que, al menos, ha estado dirigida por currículos abrumadores de experiencia y buena educación… y en eso, llegó Maleni.

Magdalena Álvarez
Supongo que en el BEI estarían un poco chocados por la “animación intelectual” que imprimía la señora Álvarez, pero su imputación en los ERE fraudulentos de la Junta del PSOE de Sevilla era demasiado como para soportar ese baldón que contamina y desacredita a una operadora de fondos destinados a proyectos de mejora en infraestructuras: algo como los ERE, pero sin fraudes y choriceo.

Maleni se marcha antes de que la echen por contaminación inadmisible, y aprovecha para dejar un recado al Partido Popular: no podía soportar la presión del PP, que manejó para poner a uno de los suyos. Hay que tener cuajo para envolver un procedente despido en el colorido papel de la injusticia.

¿Alguien se ha preguntado por qué ha aguantado tanto el BEI en despedirla? ¿Alguien sabe por qué se va en junio de 2014? ¿Alguien sabe por qué se marcha con un sueldo de 10 000 € al mes y jubilación de por vida? A lo mejor es porque acaba de cumplir cuatro años en el cargo. Sí, Magdalena Álvarez entró en el BEI en junio de 2010; exactamente cuatro años de permanencia para retirarse con los beneficios y privilegios que se lleva por delante en tiempo y forma. Lo dicho, un ejemplo de ejemplares.

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