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Juan Tortosa, de ‘La Soli’ a ‘La Tuerka’ pasando por 'La Voz'

Emilio Ruiz

➤ Durante 40 años, de 1939 a 1979, se publicaba en Barcelona La Soli, nombre familiar con el que se conocía al periódico Solidaridad Nacional, editado por Prensa y Radio del Movimiento. Tras la caída del régimen, nadie lo leía. Su último director, entre 1975 y 1979, fue un almeriense, el abderitano Francisco Gutiérrez Latorre, más conocido por su labor como presidente de la Casa de Almería en Barcelona que como director de un periódico. Fue precisamente en este singular diario donde Juan Tortosa (Berja, 1953) hizo sus primeras prácticas de Periodismo. Los paisanos están para algo, y en la vida profesional de Juan Tortosa, para algo más que algo, como él mismo reconoce.


Desde entonces han transcurrido más de cuatro décadas. La vitalidad e inquietud de Juan Tortosa permanecen intactas a los ojos del lector de sus artículos, si bien posicionadas lejos de los herederos de aquella forma de hacer periodismo –con el que nada ha tenido que ver en su carrera- y cerca de las nuevas formas de estilo e ideológicas que marcan medios como Público o La Tuerka próximos a los postulados ideológicos de Podemos. El almeriense incluso ha sido propuesto por este partido para formar parte del Consejo de Administración de la nueva RTVE.

Condensar cuarenta años de actividad profesional periodística en un solo volumen es una tarea difícil. Juan Tortosa tiene la ventaja de su habilidad y de su experiencia. En Periodistas: El arte de molestar al poder (Roca Editorial, octubre de 2018) lo hace con esmero y ágil estilo, incluso descendiendo a detalles que pueden parecer nimios para el lector poco introducido en ese mundo y aquella época. No es mi situación ni en un caso ni en otro, y por eso me he dado un atracón de placer.
La suerte, si es que no el privilegio, de Juan Tortosa es que su carrera profesional la ha disfrutado por los más diversos escenarios
La suerte, si es que no el privilegio, de Juan Tortosa es que su carrera profesional la ha disfrutado por los más diversos escenarios. La empezó, prácticas aparte, como se solía empezar por aquel tiempo, y por éstos: echando mano de los amigos. Los paisanos, otra vez, en esta ocasión Jerónimo Terrés, cofundador de Interviú y del Grupo Zeta. Le asignaron la dirección de dos revistas eróticas, Lib y Yes, donde reconoce que era un director de paja. A cambio, recibía un buen salario y numerosas citaciones judiciales.

Juan Tortosa, con su nuevo libro

A finales de los 70 Juan Tortosa cambió Barcelona por Madrid para activar El Periódico de Madrid y una revista que pretendía competir con el ¡Hola!, de nombre Protagonistas. Los dos proyectos fracasaron y se apuntó al INEM. En el paro, otra vez recurrió a la agenda del paisanaje: en Pueblo, en 1983, estaba de director José Antonio Gurriarán, hermano de la concejala socialista de Almería Charín Gurriarán, madre de Carlos Santos. Le encargaron un suplemento ecologista. Tras pasar por Informe Semanal, donde ganaba más prestigio que dinero, Carlos Santos se lo llevó a Cambio 16. Un día bajó a Andalucía a hacer un número especial sobre nuestra tierra. Aquí, nuevamente se tropezó con otro paisano, Miguel Ángel Urquiza, que era director general de Comunicación de la Junta. Ni qué decir tiene que acabó en Canal Sur. Le asignaron la corresponsalía en Madrid.

No es amigo Tortosa de embadurnar su libro de anécdotas. Pero hay una que produce asombro. Cuenta que un día de 1989 tenía que acompañar al presidente Rodríguez de la Borbolla a Lyon a una reunión del Consejo de las Regiones. Viajó desde Madrid con un fotógrafo “y el presidente desde Sevilla, solo, sin nadie que le acompañara. Quedamos la víspera en el hotel de Lyon, donde los tres  cenamos juntos”. ¿Quién pagaría la cuenta? “Cada uno lo suyo”. Echando mano de los tópicos habría que decir que el virgitano actuó más como catalán que como almeriense. Y el presidente, inaudito: “Seguro que vosotros tenéis mejores dietas que yo”. Las cosas de Pepote.
En la dirección de Diario16 Málaga se encontró con un director de la edición matriz sevillana que no estaba por la labor de hacerle la vida fácil: Francisco Rosell
Tras su paso por la nuestra, Juan Tortosa continuó con su peregrinar profesional, a cual parada más interesante. En la dirección de Diario16 Málaga (otra vez dos paisanos, Juan María Rodríguez, que lo recomendó, y Jesús Pozo) se encontró con un director de la edición matriz sevillana que no estaba por la labor de hacerle la vida fácil: Francisco Rosell. Tortosa tiene palabras de alabanza para mucha gente: Polanco (Prisa), Asensio (Zeta), Salas (Cambio 16)… El hoy director de El Mundo no entra en ese apartado. Después vendría Servimedia, Quién sabe dónde (TVE), La sonrisa del Pelícano (A3TV), la delegación andaluza de CNN+, Cuatro, el departamento de prensa de la UGT Andalucía… y su blog Las carga el diablo, sintonizado con los medios afines a Podemos. Última entrada: “El peligro real es Ciudadanos”. Hombre, Juan…

Un capítulo de Periodistas… lo dedica Juan Tortosa a su paso por La Voz de Almería. Había recibido una buena indemnización de TVE y decidió tomarse un año sabático, y para ello eligió su tierra. El mono profesional le desesperaba. Fue a La Voz a saludar a su amigo José Luis Martínez, editor del periódico, que conocía desde el paso de ambos por la televisión pública. Pedro Manuel de la Cruz le ofreció coordinar la edición de los lunes en sustitución de Antonia Sánchez, que estaba de baja por maternidad. El trabajo “me dejaba libre los días laborables y me permitía tomarle el pulso a los asuntos que se cocían en mi propia tierra”. Fue a los ocho meses cuando recibió el encargo de poner en marcha la corresponsalía andaluza de CNN+.
Las autobiografías siempre presentan el punto de vista de parte interesada, como es obvio, pero el valor de la narración de Juan Tortosa es que transmite credibilidad, sinceridad y honestidad
Periodistas: El arte de molestar al poder es un valioso documento para conocer los entresijos del periodismo en los años del postfranquismo. Las autobiografías siempre presentan el punto de vista de parte interesada, como es obvio, pero el valor de la narración de Juan Tortosa es que transmite credibilidad, sinceridad y honestidad. Huye de anécdotas inocuas para adentrarse en los tejemajes profesionales del periodismo, y también en los empresariales, un mundo este último en el que nunca ha querido ser protagonista porque entre el ejercicio periodístico y el ejercicio de la gestión, siempre se ha inclinado por el primero. “Ahora, a los gerentes solo les falta confeccionar ellos mismos el planillo de los periódicos y las revistas; y a los productores de televisión, las escaletas de los informativos”, denuncia. Según comunica Tortosa, la primera remesa del libro enviada a Almería se ha agotado a las pocas horas. No es extraño. Merece la pena leerlo.

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