La palabra dada tiene un extraordinario
valor en el ejercicio de la política. De ahí la sorpresa constante de los
almerienses a cada nueva subida de impuestos por parte del Ayuntamiento, dado
que la alcaldesa aseguraba en campaña electoral que no iba a subir los
impuestos porque el dinero de los almerienses donde mejor estaba era en sus
bolsillos. El tiempo, sabio consejero, ha venido a poner las cosas en su sitio
y los almerienses vamos comprobando a diario la inconsistencia de aquella
promesa. Y no es sólo el quebranto de su palabra, sino también los bandazos a
los que somete las arcas municipales. Tras asestar un duro golpe a los
bolsillos de los almerienses, con la subida del IBI, la basura, el agua, las
instalaciones deportivas e, incluso, los cementerios, ahora anuncia una rebaja
fiscal, que va a suponer una pérdida de ingresos para el Ayuntamiento de 4,5
millones de euros.
Pero es que, además, esta rebaja fiscal no
es más que un ejercicio de cinismo y una burla para la ciudadanía, pues su
cuantía es tan ridícula que apenas servirá para aliviar las economías
domésticas de nuestra ciudad. ¿Qué pensarán los vecinos de barrios de familias
trabajadoras cuando comprueben que serán ellos los que soporten en gran medida
el ingente peso tributario del tasazo de la basura, consecuencia de décadas de
mala gestión de los residuos? 70.000 toneladas de basura se entierran cada año
sin reciclar. ¿Saben ya que el Ayuntamiento ha decidido aplicar el tasazo de la
basura de forma lineal y que la subida para ellos será del doble? Que vengan
ahora anunciando una rebaja en el impuesto de vehículos no es más que una farsa
con la que el PP pretende engañar a los contribuyentes y, de paso, aliviar el
peso de sus conciencias.
Lo peor de todo es que los ciudadanos pagamos más y recibimos menos. Y, mientras, el PP fríe a impuestos a la ciudadanía, gasta millones en postureo, pierde subvenciones cruciales y abandona servicios esenciales, como la limpieza o el mantenimiento de las zonas verdes. La confianza no se recupera con anuncios electorales de última hora, sino con una gestión responsable y honesta. Y ahora ya todos sabemos que la política fiscal del PP en Almería es una tomadura de pelo.

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