Hay noticias que no deberían existir. No porque sean falsas, sino porque reflejan una realidad que duele, que avergüenza y que alarma. Hablamos de mujeres andaluzas y también almerienses —madres, hijas, hermanas, vecinas— a quienes les ha llegado un diagnóstico de cáncer de mama uno o dos años después de hacerse una prueba de cribado. No porque no se la hicieran. No porque no quisieran. Sino porque el sistema no respondió.
Imagina recibir una llamada, tras meses de silencio, para decirte que padeces un cáncer. Imagina lo que debe ser convivir con un tumor, sin saberlo, porque nadie se ocupó de revisar a tiempo tu prueba. No es una ficción. Es lo que 2.000 mujeres están denunciando en Andalucía. Es una emergencia sanitaria, y lo mínimo que merece la ciudadanía es una respuesta inmediata, humana y transparente.
Desde el PSOE hemos exigido la dimisión inmediata de la consejera de Salud, Rocío Hernández, y no es para menos. Bajo su gestión, el programa de detección precoz del cáncer de mama ha fallado estrepitosamente, dejando a muchas mujeres en una situación de absoluta indefensión. Y ante esta crisis, su respuesta ha sido, como mínimo, desconcertante: frialdad, minimización y falta de empatía.
Estamos hablando de vidas, no de cifras, ni de debates partidistas. Este no es un problema menor ni puntual. Es una crisis que pone en entredicho la credibilidad y la reputación del sistema sanitario público andaluz.
Y aquí hay una raíz más profunda: la privatización progresiva de nuestra sanidad pública. Lo que hoy estamos viviendo es una consecuencia directa de políticas que han priorizado los beneficios económicos sobre el bienestar de la gente. Sin rodeos, privatizar mata. Y aunque la frase pueda sonar dura, refleja una realidad demasiado cruda: cuando los servicios públicos se desmantelan, los más vulnerables son los primeros en sufrirlo.
Hay que activar ya un protocolo de emergencia y revisar de oficio todos los cribados desde 2022. No se trata de buscar culpables a posteriori, sino de corregir con urgencia un sistema que ha fallado. Porque cada día que pasa sin actuar, es un día que puede costar una vida. Señor Moreno Bonilla: no es momento de esconderse ni de minimizar lo evidente.
La ciudadanía andaluza merece una explicación pero, sobre todo, merece soluciones. Porque cuando una mujer recibe un diagnóstico tardío, no está fallando su cuerpo. Está fallando el sistema que debía protegerla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario