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Plaza Vieja

Ignacio
Ortega

Si tuviera tiempo, leería toda la obra de José Ángel Valente que tengo pendiente, empezando por los versos de su libro “Material memoria”. Si de verdad tuviera tiempo, caminaría sin prisa por la calle que él anduvo tantas veces y hoy lleva su nombre y, después, recorrería el laberinto de calles que en un tiempo ennobleció la ciudad y hoy serpentean dormidas hasta la Plaza Vieja.

En esa Plaza me sentaría cualquier domingo a la sombra de los ficus en cualquier banco de piedra, entre parterres ajardinados, y alargaría la sobremesa entre vinos y tapas en el Bahía de Palma, y leería los versos del poeta a esa Plaza que le dio cobijo:

“Podías estar muerta.

Estabas, sin embargo, latiendo acompasada,

y podías estar a cien mil leguas bajo la tierra.

(…) Repíteme el eco de tu historia. Oye.”

Ese eco me llevaría otra vez a darle vueltas a la historia, y recordar el tiempo histérico cuando la tensa navaja del absolutismo segó la vida de veintidós liberales el 24 de agosto de 1824. También me gustaría pasar la yema de mis dedos por los cantos de las losas de mármol que guardan, por fin, sus restos reinhumados en ese mástil de la libertad, hoy Lugar de Memoria Democrática.

Si tuviera tiempo, me reuniría con la gente que ha defendido los valores patrimoniales de esta Plaza a través de una sentencia firme del TSJA de 2022, tras el intento del Ayuntamiento, en un pleno extraordinario y urgente, como a traición, de suprimir el anillo de ficus centenarios que la rodea.

Ya digo, si tuviera tiempo, me formaría una opinión sobre la prisa vacua del Ayuntamiento, su obstinación helada cuando quiso arrebatarle a esta Plaza su contenido: un monumento, símbolo de la historia e intérprete de la memoria, como recogió José Ángel Valente en estos versos al “Pingurucho”:

“Y tú en tu otoño de recordatorios, 

en tu rosario quieto, 

igual que un héroe de metal fundido…”

Eso haría si tuviera tiempo: ir corriendo a agradecer a los Amigos de la Alcazaba, a Ecologistas en Acción, a los del Bicentenario de Los Coloraos, a los vecinos del Casco Histórico, al Gobierno de España y a todos quienes han hecho posible la paralización de la tala de ficus y blindar para siempre un espacio, el monumento a “Los Coloraos”, que es el punto cero de la libertad y la democracia de esta ciudad.

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