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Aurelio Gallardo, memoria viviente de Los Gallardos

Antonio Torres
Periodista

El peluquero jubilado Aurelio Gallardo Cervantes (Los Gallardos, 1929) tiene una mente privilegiada y es consciente de que es uno de los pocos que van quedando para narrar la experiencia de las guerras y de las acciones del primer franquismo y la aparición de la democracia. “Tenía unos ocho años. Me sorprendió que se llevaran para hacer armas de guerra tres de las cuatro campanas que teníamos en la Iglesia. Aquello me intrigó”. Conversar con el peluquero Aurelio Gallardo es un privilegio por su lucidez y pasión por seguir adelante. Difícil esperanza de vida en un mundo que deja una dictadura, comienza un periodo republicano. Sufre la Guerra Civil y las consecuencias es una tapa de hambre, silencio, violencia o exilio en la inmediata posguerra.

Aurelio Gallardo, en el cuidado de su huerto / A. Torres

Aurelio Gallardo, con María Gallardo / A. Torres

Lleva trabajando desde los siete años. Cuida sus hortalizas con su azada y riego en su domicilio actual de Vera. Asegura que en la barbería de su padre, Cristóbal Gallardo Ramos (Los Gallardos, Bédar, 1885-Los Gallardos, 1950), se vendieron periódicos durante buena parte del siglo pasado, fundamentalmente ABC. “Me sigue viniendo a la memoria un comprador fijo. Era un teniente retirado que vivió en la casa de la hermana de mi padre, Ana María Gallardo Ramos. La primera vez que vio y escuchó una emisora de radio fue en el bar de José Antonio Simón Ortega de la calle Molino donde se reunían grupos de amigos. Los Gallardos no fue una excepción y se mantuvo la tradición de que los barberos, además de cortar cabellos y afeitar, realizaban sangrías, extracciones de dientes, muelas y ventas de periódicos. “Pasamos la Guerra Civil con mucha pena. Éramos familia numerosa. En casa no faltaron patatas, tomates, pimientos, habas y naranjas.  Mis hermanos eran Antonio, Cristóbal, Juana, Margarita, Juan, José María, Ana que murió con cuatro años, y yo que soy el menor y el único que pone en el DNI que nací en Los Gallardos”. Su mochila tiene historias y vida con alegrías y mucho sufrimiento por ver pérdidas muy duras. “Mi infancia estuvo marcada por el trabajo desde los siete años ayudando a mi padre y a mis hermanos Juan y Cristóbal. Como los sillones eran de madera, me tenía que subir en un taburete para dar jabón y empezar a afeitar”. Uno de sus hermanos, José María Gallardo, un humanista, republicano, progresista, murió por culpa de una fuerte depresión, dos meses después de iniciada la contienda civil. Su entierro fue uno de los más grandes de la historia del pueblo en cuanto a asistentes. “Mi hermano Juan, mayor 12 años que yo, huyó a Francia. Tras la Guerra Civil, lo tuvieron detenido en un campo de concentración. Volvió gracias a los certificados de buena conducta que elaboraron y firmaron el alcalde, Pedro Morales, y al cura don Federico Acosta Marín”. La maestra María Isabel, hija de Juan, añade que a su padre después de sufrir la guerra lo enviaron tres años de mili a Canarias y que entabló buena amistad con un oficial y le dijo que para volver a Los Gallardos antes del fin de periodo militar tendría el cura que hacer informe de que eran familia numerosa y de que pese a ser ´rojo´ era un joven decente. El citado sacerdote, natural de Suflí, contribuyó a realizar cartas a las autoridades franquistas hablando muy bien de sus feligreses, datos del joven investigador, José Antonio Rodríguez Castaño, actual párroco de Serón y de varios núcleos del río Almanzora. En ese sentido solidario, Federico Acosta fue famoso por su facilidad comunicativa y dejó huella, además de Los Gallardos, en Albox y Sorbas, entre otras localidades. Dice su antiguo vecino de la calle Cervantes, gallardera, Antonio Sánchez, de Hilaria, conocido por el Cavila que su padre, Diego Sánchez Cervantes (Bédar, 1900-1977), participó en la construcción de la iglesia de Los Gallardos y por su tendencia izquierdista se exilió a Francia. Al regreso, como le ocurrió a Juan Gallardo, cumplió un servicio militar extraordinario de tres años trabajando de albañil. “Lo de Cavila viene de mi abuelo Antonio que fue el encargado general de los mineros de El Pinar de Bédar, núcleo de población quien llegó a tener a principios del siglo pasado a miles de personas trabajando, procedente de toda la zona y con ingenieros ingleses”. “Los mineros decían cuando se acercaba mi abuelo con la cabeza agachada que estaba siempre cavilando en cómo organizar los turnos”, rememora Sánchez desde la cafetería Simón de Los Gallardos. 

Aurelio se asentó en Vera, donde se siente querido y respetado. En la actualidad reside a menos de 50 metros de donde unas cuantas generaciones de Vera pasaron por su propia peluquería, ubicada en la singular Plaza Mayor, el kilómetro cero de Vera con todo lo que ello representa de ver la vida pasar al minuto. Su hijo Cristóbal, desde Suministros Verasur, una empresa solvente con prestigio en todo el Mediterráneo, es un emprendedor de palabra que ofrece trabajo a más de 30 familias. Aurelio está casado con María Soler Gallardo (Lyon, 1935), hermana del célebre futbolista Nicolás, actualmente residente en Madrid, un lateral izquierdo moderno que enseñó mucho a las siguientes generaciones.  Son hijos de Beatriz Gallardo Piñero y José Soler Alonso (Los Gallardos, Bédar,1909-Los Gallardos, 1979), que vivieron en la calle San Francisco, personas humildes. José Soler ejerció de minero en Bédar y San Carlos de la Rápita (Tarragona). Trabajó de arrocero y acabó sus días cuidando su huerta en Los Gallardos. Aurelio es del Athletic de Bilbao porque su generación, como mi cuñado Mario o Sebastián “de la carnicería de Antonia”, vio en los vascos capaces de ganarle títulos a los grandes con la singularidad de ser todos de la tierra.

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