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La A-7 entonces y hoy: doble de población y mismas comunicaciones

Jesús Escámez Berenguel
Acción por Almería

Comenzaba el año 1995 cuando se inauguraba la variante de Almería. Ya se podía ir desde Adra hasta la frontera francesa sin cruzar un semáforo, como se decía en aquel entonces, combinando tramos de autovía y autopista, y algún tramo de nacional si se quería evitar pagar los cientos de pesetas que por aquel entonces costaba el peaje. 

Por aquel entonces, la capital apenas superaba los ciento cincuenta mil habitantes, El Ejido tenía la mitad de lo que tiene ahora, es decir unos cuarenta y poco mil habitantes, Roquetas apenas había superado los habitantes de Adra, el municipio que porcentualmente menos ha crecido de entre los que cruzan la autovía del Mediterráneo en el sur de la provincia, y Vícar aún ni soñaba con superar a nuestra ciudad más antigua, hito que alcanzó hace ya unos años. Al levante del Cañarete, Huércal de Almería y Viator también han doblado con creces su población. 

La llegada de la autovía al Campo de Dalías supuso el impulso definitivo a las exportaciones de nuestras hortalizas, una época de crecimiento económico que ha tenido como consecuencia un crecimiento demográfico desmedido. No hemos comparado datos de crecimiento poblacional con otras comarcas españolas, pero seguro que la conurbación Campo de Dalías - Río de Almería es de las más altas del país, si no la que más. Sólo sumando la población de los municipios en los que el entonces Ministerio de Obras Públicas tuvo que expropiar en la citada área metropolitana, se ha pasado de no llegar a los trescientos mil habitantes a superar el medio millón. 

Igual nadie se imaginó en aquel entonces que los municipios iban a crecer tanto, y tampoco nadie se preocupó de darle soluciones de movilidad a nivel supracomarcal a los nuevos habitantes a los que pretendían y siguen pretendiendo acoger, pensando que la autovía podría absorber indefinidamente todo el tráfico que conlleva un aumento demográfico de esa magnitud. 

El caso es que después de treinta años las infraestructuras de alta capacidad siguen siendo las mismas: una autovía de dos carriles y ya está. Se ha hablado de un tercer carril sin llegar a nada más, que es como se dice figuradamente: “poner todos los huevos en el mismo cesto” por cuanto seguirían sin existir alternativas; y se ha negado considerar una extensión ferroviaria al Poniente, que no es fácil por los condicionantes orográficos y demográficos en torno al Cañarete, pero tampoco imposible. 

Mientras se sigue hablando algo y haciendo nada, todos los días hay accidentes en la A-7 y atascos kilométricos, pero sin más remedio que la paciencia y con la asunción estoica de los millones de euros que los sectores productivos locales pierden por los retrasos de los trabajadores que los mantienen. Lo que la agricultura produce cada año da para pagar la línea ferroviaria entre Almería y Murcia, ¿Para cuánto darían los beneficios de no llegar tarde al trabajo o desde él cada día?

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