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¿Quiénes son los culpables de los olvidos padecidos por Almería?


Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería

➤➤➤ El miércoles, diez minutos antes de las siete de la tarde y once horas después de que La Voz llegara a sus lectores abriendo portada con el titular “El Gobierno ignora Almería al lamentar los retrasos del AVE”, un destacado miembro del equipo del Ministerio de Fomento se ponía en contacto con Simón Ruiz, redactor jefe y el tipo que, quizá, más sabe del estado de las obras del AVE de Almería y Murcia, para comunicarle que acababa de ser adjudicado un nuevo tramo entre Sangonera y Totana por 120 millones de euros.

La llamada pretendía demostrar la voluntad del Gobierno de que las obras continúan el ritmo previsto para que la Alta Velocidad llegue a la provincia en 2023. No pongo en duda que el olvido de Almería a que hacía referencia el titular de este periódico obedeció más a un lapsus que a una ignorancia premeditada. Ábalos no es un ministro torpe y nadie puede negarle al Gobierno actual su constatada voluntad de imprimir más velocidad a las obras previstas para la llegada de la Alta Velocidad; nadie puede negárselo salvo el PP, claro, que, después de siete años en los que no se hizo nada bajo su Gobierno, nada, ahora clama por retrasos y olvidos ajenos cuando han sido ellos los que con más insistencia han caído (hasta que llegó Iñigo de la Serna al ministerio, en los últimos años del gobierno Rajoy y así hay que reconocerlo) en estos dos pecados capitales que tanto se cometen en la realización de infraestructuras de comunicación en nuestro país.  

Concentrados en la Intermodal (Simón Ruiz)

De todas los olvidos padecidos por Almeria, este ha sido, hasta ahora, el último. Pero nos vendrán más. Como antes ocurrieron otros. Tal vez el más sonrojante, por consciente, ocurrió con el gobierno de Chaves en los 90 y en planificación de la A 92. 
Que el ministro Ábalos aludiera en su intervención al trato desdeñoso con que Granada y Murcia han sido tratados en los proyectos de los ejes ferroviarios, obviando Almería que es la que sufre un trato más lacerante de las tres y de toda España, es un lapsus que demuestra hasta qué punto continuamos siendo una isla ignorada
Almería es un territorio de ultramar en el que nadie ha reparado con la atención necesaria cuando se planifica el mapa de la trama de comunicaciones que unen el sur periférico con el centro del país. Que el presidente andaluz, sus consejeros sevillanos y sus palmeros en Almería no perdieran un minuto en darse cuenta que el tramo occidental de la A92 que unía Granada con Murcia por Vélez Rubio convertía Almería en una reserva india de casi imposible acceso fue un disparate que costó diez años en reparar. Que el ministro Ábalos aludiera en su intervención al trato desdeñoso con que Granada y Murcia han sido tratados en los proyectos de los ejes ferroviarios, obviando Almería que es la que sufre un trato más lacerante de las tres y de toda España, es un lapsus que demuestra hasta qué punto continuamos siendo una isla ignorada, el territorio inapreciado entre dos capitales que, sin pretenderlo siempre, pero pretendiéndolo a veces, nos sitúan en una tierra de frontera en la que ninguna administración ha reparado casi nunca. Esta ha sido la historia hasta hace apenas dos años cuando, después de la construcción de los grandes túneles de Sorbas durante el gobierno de Zapatero y con Jesús Miranda en la estructura de dirección del Ministerio de Fomento, el gobierno del PP dejó en vía muerta, durante seis largos años los tramos entre Murcia y Almería. De la Serna reemprendió la tarea y Ábalos la ha continuado.

Pero para que la marcha continúe es necesario que los almerienses sepan estar a la altura a la que, hasta ahora, no hemos sabido estar. No estoy aludiendo a los representantes políticos de la provincia en las instituciones de Almería, Sevilla o Madrid; o no solo hay que imputarles la responsabilidad a ellos. Tenemos que asumir nuestra parte de culpa todas y cada una de las personas que vivimos en la provincia. El lapsus de Ábalos es criticable porque muestra el olvido histórico padecido, pero lo que es mas criticable, lo que se acerca a la obscenidad es que, después de la catarata de agravios cometidos con los almerienses en materia ferroviaria durante mas de 125 años- Almería fue la ultima provincia peninsular a la que llegó el tren, en 1896-, apenas 125 personas asistieran el jueves a un acto de protesta reivindicativa demandando que se acabe, de una vez y para siempre, con el maltrato ferroviario que padecemos.

A veces no puedo evitar caer en la tentación de pensar que hay pecadores que tienen más que merecida la penitencia.

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