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El día que a Garrucha le quitaron 200 metros de playa... que no le han devuelto

Adolfo Pérez López
Exalcalde de Garrucha


Corría el año 1926 cuando se recibió en el Ayuntamiento de Garrucha la notificación gubernativa de la concesión del puerto. La noticia, según cuentan las crónicas, produjo gran alborozo y expectación en la población. Finalizaban así los intensos tres años de gestión para conseguir la ansiada obra, que se terminó en los años 40. Ni que decir tiene que la construcción del puerto suponía acabar con el peligro que los pescadores padecían para botar y varar sus embarcaciones con los temporales de levante. Se trata de una obra que le da mucha prestancia a Garrucha y por la que el pueblo ha mostrado siempre una lógica satisfacción. 
Desde hace más de cuarenta años Garrucha soporta la perjudicial contaminación atmosférica del yeso sin compensación alguna para el municipio
Pero, casi siempre hay un pero, no todo ha salido a pedir de boca, pues inesperadamente han surgido cargas que se derivan de la actividad portuaria, y que no han tenido compensación alguna. La situación marchaba sobre ruedas hasta que llegó el yeso. Resulta que en la década de los años 70 del siglo XX se comenzó a explotar el yeso del municipio de Sorbas. La salida masiva del yeso se hacía (se hace) en camiones con destino a los barcos fondeados en el puerto de Garrucha, de modo que cada día, sin parar y durante años, la población hubo de soportar un descomunal tráfico de camiones que atravesaba de punta a punta el paseo marítimo (más de un kilómetro), entonces de pavimento de tierra. Semejante tráfico suponía peligro, dificultad para pasear, mucho ruido y continuas polvaredas. La urbanización del paseo en 1982 acabó, por fin, con tan alucinante e injusta situación. También, desde hace bastante tiempo (más de cuarenta años) la población soporta la perjudicial contaminación atmosférica del yeso almacenado y manipulado a diario en el puerto. Sin embargo, como digo antes, por tales cargas y molestias no ha habido compensación alguna para el municipio, al contrario. 
Es evidente que la longitud de playa de este municipio es bastante exigua, que en nada se corresponde con su número de habitantes más la gran cantidad de turistas que acuden durante el verano
En efecto, en estos últimos años se ha producido el feo asunto de la playa que nos han birlado. Como ahora veremos se trata de una cuestión arrastrada desde hace varios años y cuyo origen se debe a una serie de actuaciones injustas y arbitrarias que han perjudicado notablemente los intereses de Garrucha.  Garrucha es un pequeño municipio costero, cuyo término jurisdiccional es de 767,7 has. y algo más de 8.000 habitantes. Su economía radica en el turismo y la pesca. Su longitud de costa es de 2.240 metros, que se dividen en cuatro tramos: en el extremo norte, junto al T. M. de Vera, una playa de unos 150 metros, le sigue hacia el sur el puerto con unos 1.020 metros de longitud, después, frente al núcleo urbano, una playa cercana a los 750 metros, y en el extremo sur, junto al T. M. de Mojácar, una rocosa franja costera de 300 metros, franja en la que se ha de construir la playa que se reivindica. Es evidente que la longitud de playa de este municipio es bastante exigua, que en nada se corresponde con su número de habitantes más la gran cantidad de turistas que acuden durante el verano.

Sobre el año 2003 la Agencia Pública de Puertos de Andalucía programó la ampliación del puerto de Garrucha por su lado norte con el fin de aumentar la superficie del puerto deportivo. La ampliación suponía invadir 200 de los 350 metros de playa que el municipio tenía por ese lado. Para llevarla a cabo solicitó a la Dirección General de Costas una superficie suficiente de los bienes de dominio público marítimo-terrestre relativos a la zona de servicio del puerto de Garrucha. Tal ocupación concernía plenamente al artículo 93 (ahora el 94) del Reglamento de la Ley de Costas, el cual dispone que «la disminución significativa de la superficie de playa existente, causada por las actividades proyectadas, deberá, en su caso, ser compensada con otra equivalente, a crear o regenerar en la zona».
El acta de adscripción del dominio público marítimo-terrestre por la ampliación del puerto recoge crear una playa al sur del municipio equivalente a la ocupada al norte, pero  resultó que el puerto se amplió, la nueva playa se fue al limbo y los 250.000 m3. de arena extraídos del dragado del puerto se los llevaron a la playa de Quitapellejos
Así es que el acta de adscripción del dominio público marítimo-terrestre recoge las siguientes exigencias: Crear una playa al sur del municipio equivalente a la ocupada al norte. Que las obras del puerto y la playa se realizaran de forma paralela. Que la arena extraída del dragado del puerto se depositara en la nueva playa.  Lo que antecede me lo confirmó, de forma clara y precisa, el jefe del gabinete de la ministra de Medio Ambiente, Dª Cristina Narbona, en el amable escrito que me envió. Según dice el escrito del Ministerio tales exigencia fueron asumidas por la Agencia Pública de Puertos de Andalucía. Pero resultó que el puerto se amplió, la nueva playa se fue al limbo y los 250.000 m3. de arena extraídos del dragado del puerto se los llevaron a la playa de Quitapellejos. 
Nadie ha forzado a la agencia de puertos a cumplir con su compromiso y el Ayuntamiento actual no está por la labor de causar molestias en la Junta de Andalucía
Sin embargo, cuando el jueves 17 de marzo de 2011 se colocó la primera piedra de la ampliación del puerto deportivo, el director-gerente de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía, D. Sergio Moreno, anunció que se estaba redactando el proyecto de creación de esa playa por importe de cuatro millones de euros, pero el anuncio se lo llevó el viento. Tanto el Ayuntamiento como yo mismo hemos intentado conseguirla pero todo ha sido en vano, incluso he acudido al Defensor del Pueblo. Pero es el caso que nadie ha forzado a la agencia de puertos a cumplir con su compromiso y el Ayuntamiento actual no está por la labor de causar molestias en la Junta de Andalucía. 

La cuestión es que lo firmado quedó en agua de borrajas, de modo que Garrucha se quedó sin la playa y sin la arena, cosa que no se comprende. Para no construir la playa la agencia portuaria se justificó con el alcalde al que le dijo en un escrito (20.06.2012) que por falta de fondos ni a corto ni medio plazo podía acometer la obra. Claro que pasados más de cinco años la situación económica ha cambiado y el negocio del puerto deportivo le produce cuantiosos beneficios. Así es que es hora de que la agencia portuaria andaluza cumpla con lo firmado. 

Créanme, en nada de cuanto digo exagero, así es la realidad de la reivindicación, máxime cuando esa playa es tan necesaria para la promoción turística de Garrucha dada la escasez playera de la que dispone el municipio como fácilmente se puede comprobar.

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