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La revolución del sentido común

Félix
de la Fuente Pascual

Si algo hemos aprendido en el año que acaba de terminar es que los ciudadanos tenemos que resolver los problemas por nosotros mismos. No podemos esperar nada, o apenas nada, de los dirigentes ni de los partidos políticos. Mientras un ingeniero apenas gane mil euros y un diputado sin experiencia profesional ni formación alguna cinco veces más (sin contar los extras, las comparecencias en la tele y un largo etc.), hay que admitir que hay mucho que no funciona. Mientras necesitemos peones y nos sobren ingenieros universitarios, que tengan que emigrar al extranjero, tendremos que reconocer que económicamente somos unas nulidades, pues invertimos en una máquina que luego regalamos a otro país. Mientras las desigualdades sociales sigan creciendo en España, mientras haya tantas personas en paro, no podemos hablar de prosperidad, ni de paz y ni siquiera de democracia.

Sentido común

Y no porque en principio nuestros políticos sean peores personas que los demás, es que viven en su mundo, de espaldas totalmente a las necesidades de los ciudadanos y terminan no sabiendo siquiera lo que vale un billete de autobús. Cuando entran en política son quizás personas normales, pero el sistema los pervierte. Puede ser que no todos los partidos sean corruptos, pero todos terminan siéndolo. Los jóvenes políticos son los mejores candidatos para la corrupción. Acostumbrados al dinero fácil, ya no se desengancharán de su cargo en la vida.

No, la solución no son los partidos políticos. Ni los tradicionales, ni los nuevos, pues éstos siguen el mismo camino que los primeros. Ni tampoco los futuros, a no ser que se basen en el voluntariado. El voluntariado es quizás el camino más corto para regenerar la política, en el que deberían pensar los muchos pequeños partidos políticos existentes. El 80 % del trabajo político se podrá hacer a base de voluntarios. Las maquinaciones de Puigdemont y satélites desde Bruselas nos han demostrado que con los medios de comunicación actuales los políticos podrían ahorrar tiempos, gastos y desplazamiento. El nacimiento de Tabarnia, que no es un chiste, como pretenden calificarlo los políticos, es,en el mismo contexto, la reacción del sentido común, una reacción contra la inoperancia de todos los partidos políticos.

Productividad y racionalización son dos palabras que incluso el ama de casa del pueblo más aislado de Soria sabe aplicar, pero que desconocen la mayoría de los políticos. El sentido común, que al parecer es el menos común entre los políticos, nos dice que, si gran parte del pastel se lo comen unos señores que por su baja productividad y con una mínima racionalización deberían estar de patitas en la calle, hay otros muchos a quienes sólo les llegan las migajas. Si escasea el dinero para sanidad y educación, es porque nos lo gastamos en parásitos políticos.

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