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¡Que vienen los rojos!

Javier Salvador
Periodista / Teleprensa

El próximo jueves, en la Plaza de Las Velas de Almería, alrededor de las siete y media de la tarde, puede, sólo puede, que se viva uno de esos momentos especiales en esta crisis, porque, sin razón o con ella, va a ser posible escuchar a alguien que ha empezado a hablar de la crisis sin ningún tipo de cortapisas. Y lo peor de todo es que lo está haciendo por toda Andalucía y a costa de grandes, enormes caminatas. La marcha de Sánchez Gordillo y Diego Cañamero, los rojos más rojos que se ha visto en los últimos años por estas tierras, llega a la provincia de Almería con la única intención, y no es poca, de ganar adeptos para su causa, la llamada revolución andaluza que tanto está llamando la atención a los medios de comunicación internacionales.

Un momento de la marcha
Está claro que para muchos Sánchez Gordillo y su compañero de caminata no son más que dos perroflautas con apoyo popular, pero el problema radica ahí, en que, perroflautas o no, lo cierto es que cuentan con la simpatía del pueblo ganada paso a paso, y nunca mejor dicho, así como el cariño de la gente y, cuando menos, el respeto de casi todos los verdaderos demócratas.

En las últimas semanas hemos visto a estos dos personajes enfrentarse a productos de la telebasura con discursos que parecían desenterrados tras más de treinta años de silencio, y sólo les ha faltado gritar aquello de ¡Que vienen los rojos! Pero en estas semanas, con su hablar cerrado pero claro, han conseguido tumbar a cualquier pijoflauta, que es la versión encorbatada del perroflauta, que intentaba rebatirles haciendo suyos los argumentos de editoriales de periódicos como La Razón.

Y lo cierto, a estas alturas del programa, con la que cae y las pocas perspectivas que hay, cuando menos siento curiosidad por las cosas que tipos como Gordillo o Cañamero puedan decirnos cara a cara. Y estoy seguro de que uno de mis mejores amigos y al que más respeto tengo de ellos, de derechas hasta en la partida de nacimiento, me preguntará eso de ¿para qué?, ¿qué crees que pueden arreglar? Pero esa no es la pregunta, sino ¿por qué no? Porque puestos a pensar, ¿han arreglado algo los nueve meses de Rajoy? ¿Creen verdaderamente que lo podrán hacer?

Y lo primero que hay que entender cuando se acude a ver a un Gordillo o un Cañamero es que no se va a escuchar a un futuro presidente del gobierno, pero sí puede que alguno de sus mensajes consiga encender una chispa que haga llama en una sociedad, la española, que está tan quieta e inmóvil que huele a paja húmeda desde hace mucho tiempo. Igual, con suerte, un par de gordillos y algunos cañameros nos hacen ver que las últimas elecciones fueron un fraude político y que a día de hoy, lo que nos pide el cuerpo, no es otra cosa que elecciones anticipadas.

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