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El mejor cine de Martín Cuenca

Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista, Asociación de Escritores y Críticos de Cine de Andalucía

‘La mitad de Óscar’ es la película más arriesgada del cineasta Manuel Martín Cuenca (Almería, 1964). Es una apuesta firme por el cine que cuenta historias a través de imágenes, que interpreta la realidad a través de símbolos, silencios y momentos detenidos envueltos en una sobriedad dominante en toda la historia. Y desde esa aparente quietud de su narrativa fílmica se mueve un interesante mundo de interiores, donde el paisaje árido de Cabo de Gata se convierte en un testigo sorprendente. La película sugiere por encima de todo y al espectador le corresponde, como es obvio, comprometerse o no con la propuesta del cineasta. ‘La mitad de Óscar’ puede que no sea una película perfecta, ni tiene por qué serlo, pero es un cine vivo, para pensar, suscitar ideas, que representa, en mi opinión, al mejor Martín Cuenca. Por consiguiente, tal como están las cosas, hoy día, en el consumismo cinematográfico populista, se trata de una visión minoritaria del cine de autor, lo cual es de agradecer. No por lo de minoritario, -qué más quisiera el director y la mayoría de los cinéfilos, que este cine fuera de máximo consumo-, sino porque cada vez hay menos sitio para el cine de autor más creativo y personal en las salas comerciales. Que esta película haya sido posible por el respaldo de la Diputación de Almería, de diversos sectores almerienses, ya es de agradecer. El cineasta ha encontrado el respaldo de su entorno más cercano, en su tierra. Es una respuesta válida desde el respaldo institucional ante las reglas alienantes del mercado. El cineasta se ha movido con un proyecto ridículo para las cifras que se manejan en otras direcciones cinematográficas y, quizá por eso, ha desplegado con entera libertad su ingenio, imaginación y oficio. El resultado es satisfactorio. La película no deja indiferente y eso es un logro extraordinario.

Después de su dos largometrajes de ficción: ‘La flaqueza del bolchevique’ (2003) y ‘Malas temporadas’ (2005), con Martín Cuenca ‘La mitad de Óscar’ profundiza en otras direcciones narrativas. Aquí el planteamiento visual es hegemónico, se impone a la propia historia, un guión con una historia muy esquemática, más bien apuntes de ideas, que podría haberse desarrollado con mayores contenidos, buscando efectos melodramáticos; sin embargo, todo queda supeditado a la capacidad de observar desde la cámara, sin que se perciba apenas el paso del tiempo de los hechos. Con gran predominio de silencios, del sonido creador que envuelve cada escena. De la dirección fotográfica. Y sin música. Esta historia no necesita de trasuntos comerciales de banda sonora, como ahora es habitual. El silencio de la naturaleza y los interiores de los personajes, exigía lo que muy bien transmite ‘La mitad de Óscar’.

La película protagonizó la exposición del Festival Internacional ‘Almería en Corto’, en diciembre de 2010. Allí estaban ya avanzadas las claves del director, la coherencia que anima su manera de contar. En los textos de la exposición, que arropaban las fotografías del rodaje, había reflexiones reveladoras de Martín Cuenca, “la voluntad de mirar y escuchar conviven al mismo nivel..., tratando de trabajar desde el silencio”, aludiendo a los momentos fijos de cada escena. Están pues los silencios para dejar hablar a la imagen, conjuntamente, “creo que el silencio es la mejor forma de transmitir el alma. Lo que no se dice y lo que se habla para no decir esconden lo que verdaderamente importa”. Entonces el cineasta almeriense ya desvelaba su actitud, “apuesto por un cine que trata de expresar desde el silencio y en donde a través de él se habla de los personajes y sus secretos”. En el mismo camino están los criterios del director de fotografía, Rafael de la Uz, “a mí me atraía mucho encuadrar la ausencia…, las imágenes eran la propia narración, no un vehículo para contar una historia escrita”. Y el criterio de Eva Valiño, al frente del Sonido, un elemento importante en esta película, “… recuperando su función de atrapar bloques de la realidad…, en esta película resulta imposible aislar un solo sonido de la imagen…, no es solo luz ni tampoco solo sonido”.

Sólo así se puede entender el mejor cine de Martín Cuenca y entrar en la verdad de “La mitad de Óscar’ para comprender la razón cinematográfica de Manuel Martín Cuenca.

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