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El crucifijo

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Ya que no hay suficientes problemas en la provincia de Almería, el diputado provincial de Izquierda Unida, Antonio Romero, ha propuesto la inmediata retirada del salón de plenos de un cuadro que contiene un bellísimo crucifijo inventariado por Diputación como una obra de arte de gran valor cultural. El motivo de la retirada, según explica el diputado “progresista”, se fundamenta en un informe del Observatorio de la Laicidad en el que se expresa que cualquier persona, sea trabajador de Diputación o cualquier asistente al pleno, “se ven sometidos a su presencia”.

El PSOE dice que se lo va a hacer ver, y el PP dice que el cuadro con el crucifijo no molesta a nadie, a lo que inmediatamente espetó el diputado de IU: “me molesta a mí”. Y, en ese momento, es cuando aflora la “comprensiva tolerancia de la izquierda progresista”: la vena de la Izquierda radical.

Hay que significar la retroalimentación del guerracivilismo anticatólico como seña de identidad de una ideología reformista que se ahoga en su propia intolerancia y radicalidad.

Se habla de extensión de derechos -algunos ya existentes- que sólo han operado cambios en las acepciones semánticas. Sin embargo, la pretendida extensión de derechos no parte de las dimensiones ya establecidas, sino que se expanden desde posiciones diferentes y arbitrarias; es decir, que no se amplían los angostos caminos para que todos circulen con mayor holgura, sino que se abren senderos distintos y, generalmente, en un único sentido de circulación: el pensamiento único.

Los comunistas, en Almería, siempre se han destacado por sus prisas por restaurar la dictadura de la radicalidad. Recuerden la prohibición del Belén municipal con el Gobierno de Santiago y Diego Cervantes; así como la perversión de la Historia, relegando a los Reyes Católicos en beneficio de una pretendida “integración de los pueblos” y, así sucesivamente, hasta llamarnos “catetos” a los discrepantes.

En todo caso, espero que la Diputación reaccione de manera coherente o, mejor dicho, con intereses electoralistas. A pocos días de Semana Santa, y con gran influencia en pueblos de profunda convicción cristiana, estoy persuadido de que Usero no se atreverá a retirar el crucifijo. Es la ventaja de estar a un paso de las elecciones municipales… y un candidato encampañao, por si acaso, sí cree en Dios.

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