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Tres no debaten si uno no quiere

Francisco Jiménez Alemán
Periodista

Canal Sur ha errado el tiro al plantear el debate preelectoral como una imposición a los tres partidos políticos con representación parlamentaria en Andalucía. Lo correcto hubiera sido cursar la invitación a los jefes de campaña y programar el encuentro –consensuado– solo en el caso de que los tres hubiesen aceptado. De otra manera, huele a coacción: si usted no viene habrá debate a dos. No; no son formas, porque cualquier candidato (hace años Manuel Chaves se negó a debatir en el mismo canal y el espacio fue suspendido) está en su perfecto derecho de administrar sus palabras y sus silencios. Faltaría más.

En 2003 tenía yo la responsabilidad de Telemadrid y me vi en la incómoda tesitura en que ahora se ha visto la RTVA. Esperanza Aguirre declinó acudir al debate programado en horario nocturno frente a los otros dos candidatos, Rafael Simancas, del PSOE, y Fausto Fernández, de IU. Pese a que en la Comunidad de Madrid gobernaba hasta esas elecciones Alberto Ruiz-Gallardón, la nueva candidata consideraba que la neutralidad informativa que practicaba Telemadrid no convenía a sus intereses, por lo que anunció que no estaría en el plató a la hora de la emisión.

El problema era de abrigo: sentados iban a estar los representantes socialista y comunista frente a una silla vacía, la del PP, visualizándose así la defección de la señora Aguirre que ya tenía programado un mitin en Getafe a la misma hora del debate. Me eché la muleta a la mano izquierda y llamé a Rafael Simancas, de quien desde entonces tengo el mejor concepto. Le expliqué la situación y quedó en contestarme en media hora. Lo hizo con una propuesta que consistía en aceptar que no hubiese debate ante la situación creada, pero que él visitaría las instalaciones de la tele para reunirse con sus compañeros de UGT. Fausto Fernández tuvo idéntico comportamiento caballeroso. Caso resuelto. Una película ocupó el espacio destinado al nonato debate.

Ni dos ni tres discuten cuando uno no quiere. Era innecesario de todo punto organizar un espectáculo a costa del fallido debate porque, insisto, nadie es dueño de la voluntad o de la palabra ajena y cada quien es muy dueño de estar a esa hora en Sevilla o en Antequera. Conviene recordar que, ante el 20-N, el PP de Rajoy se negó también a un debate con Rubalcaba en TVE, que sin embargo se emitió desde el Palacio de Congresos de Madrid moderado, muy hábilmente por cierto, por Manuel Campo Vidal, presidente de la Academia de la Televisión. Circunstancia ésta que no ha sido tenida en cuenta por parte de Canal Sur al no consensuar ni siquiera el lugar de celebración. Javier Arenas tenía todo el derecho a negarse a pasar por tales exigencias y así lo ha hecho, por lo que no cabe censura a su decisión.

El gran perjudicado de este debate cojo no ha sido otro que el medio que lo programó indebidamente. Canal Sur TV, pagada por todos los andaluces, ha retransmitido en directo su propio fracaso.

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