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Tres canciones sobre barcas

Mar Verdejo
Ingeniero-Paisajista

Esperando al grupo en el bordillo de la acera, apurando el bocadillo, junto al muelle. Recuerdo la arena, la Isleta del Moro aún no estaba pavimentada. El mar con levante, las lanchas preparadas en la playa, los chalecos salvavidas nuevos. Llegaron liderados por un hombre con gafas oscuras y grandes, la chaqueta sobre los hombros, venían del desierto, felices. “¿Sabéis quién es?”, nos preguntaron. Con timidez contestamos: ”No”. Apenas éramos adolescentes, voluntarios de Cruz Roja del Mar, a la espera de una comitiva especial y trasladarla a las traíñas que estaban esperando en el mar. “Es José Ángel Valente, y gracias a él han venido a ver el Cabo de Gata”. Era 28 de Septiembre de 1988, y yo era parte de la tripulación que los transportaría en barcas hasta las traíñas.

Valente promovió en la Isleta del Moro un manifiesto que reivindicaba la identidad del Cabo, “espacio donde la naturaleza parece todavía reconocerse a sí misma y donde el hombre puede aún reconocerse en ella. Espacio que invita a la quietud del ánimo, a la contemplación o al lento movimiento sumergido en que toda creación tiene su origen”. Fue entregado esa tarde de levante a Beate Webe, presidenta de la Comisión Europea de Medio Ambiente. Por primera vez se reunían fuera de Estrasburgo y lo hicieron en nuestra Almería. Visitaron cómo los místicos, el Desierto de Tabernas, y después el Cabo los esperaba con un día brillante y celeste. La finalidad de aquel manifiesto es “conservar uno de los escasos e insólitos parajes de la costa mediterránea española todavía no bárbaramente destruidos, una inapreciable reserva de belleza natural”, alertándonos de las amenazas que “provienen fundamentalmente de la especulación bastarda sobre el suelo, de ideas periclitadas y funestas acerca de la explotación turística y de la falta de una estructura de guarda y vigilancia de la zona”.

En pleno siglo XXI, los peligros y amenazas siguen siendo los mismos, parece que está recién escrito. Las distintas administraciones, Ayuntamientos, Junta de Andalucía y Gobierno Central parecen empeñadas en mirar para otro lado y no ver los numerosos atentados que ponen en peligro los valores naturales del Parque. Amamos nuestra tierra, como la amó Valente, pero vemos como a dentelladas le van arrancando su belleza, su idiosincrasia,  con algarrobicos, macenas, nazarenos, invernaderos, Cortijo del Fraile… 25 años de continua amenaza, amenaza que las administraciones parecen no querer ver.

Hoy volvería a llevar a Valente en la barca para que me recitara los versos, y devolviera a esta tierra aletargada su fuerza: “Vamos en la barca... Vámonos dame la mano, quien pasa de este paso no regresa. ¡Vámonos!”.

10 comentarios:

  1. De 1988 aquí, cuanto ha llovido, menos en nuestro Parque agua en todos los sitios. Pero aquí, las amenzas han llovido como chuzos de punta y muchas hasta se han cumplido. Y lo peor es que la previsione políticas que pesan sobre nosotros son de mal agüero.

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  2. Anónimo2/3/12 19:25

    Me gusta, la positividad de los viajeros por nuestra tierra, alabándola, no permitamos que nuestros tesoros se pierdan. Paco Toledano

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  3. Anónimo2/3/12 19:32

    Queremos tetas y sopas. Y eso no puede ser. Innovación y tecnología supone dejar atrás otros aspectos.

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    1. Anónimo2/3/12 21:30

      ¿y porque hay que innovar tanto?
      ¿no puede haber un resquicio en nuestra provincia que no se toque?
      Para hoteles ya tenemos Roquetas, y Benidorm
      Se puede hacer turismo sostenible sin marranear la tierra.

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    2. Anónimo3/3/12 09:15

      La innovación y la tecnología pueden ser un gran aliado para la preservación de los espacios naturales, solo hay que saber utilizarlos.

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  4. El Parque generador de emociones y recuerdos en los almerienses y en sus visitantes. A quién no le ha marcado de alguna forma sus paisajes, el mar.... sus habitantes. El Parque tiene una fuerza que transmite a quienes se sumergen en él. Para mí es paz, tranquilidad y a la vez fuerza y emociones. No me gusta repetir sitios pero el Parque es la excepción una y mil veces y siempre en la mejor compañía.
    Acaso no queremos que las generaciones futuras participen de su belleza? Luchemos una y mil veces por conservarlo.

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  5. ¡Qué maravilla de artículo!

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  6. Nuestra mayor riqueza es nuestra tierra y tenemos que sentirnos profundamente orgullosos de ella. Todos tenemos recuerdos inolvidables con el Parque Natural como escenario, con su luz, su color, su olor, su sabor... No dejemos que nos roben una parte de nuestra propia vida.

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  7. Anónimo3/3/12 15:36

    ¿Pero por qué hay que dejar los espacios vírgenes sí no tienen riqueza por si solos?

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