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El cupo de tomate, predicar y dar trigo

Antonio Lao 
Director de Diario de Almería 
 
Antes incluso de que se firmara el acuerdo agrícola de la Unión Europea con Marruecos, los sindicatos avisaban de la incapacidad, por omisión, de los responsables comunitarios de controlar la entrada de tomate del país norteafricano. La realidad les ha venido a dar la razón a las primeras de cambio. En el primer año de aplicación del nuevo convenio, la agricultura marroquí está incumpliendo el cupo de entrada de tomate, sin que nadie o casi nadie de los que de verdad tienen capacidad para hacerlo, sean capaces de poner coto al coladero en el que se han convertido las fronteras comunitarias.

Coag ha cifrado las pérdidas para los agricultores de esta provincia en cuatro millones de euros semanales, que se pueden convertir en 200 al final de campaña. Al margen de cifras -exageradas, cortas o realistas- lo cierto es que como ya ocurría con el Gobierno de Rodríguez Zapatero nadie o casi nadie está moviendo un dedo por evitar el descalabro.

Y es que la realidad es que a nadie en Europa le interesa poner coto, porque se ha conseguido bajar el precio del kilo de tomate. Los consumidores europeos tan contentos y los agricultores de Almería fastidiados. ¿A quién le importan unos miles de trabajadores del campo de una provincia española, Murcia y Canarias, cuando los beneficiados por los bajos precios son millones de europeros? A casi nadie. No le importó a los ministros del ramo de PSOE y tampoco parece que el actual, Miguel Arias Cañete, le de más trascendencia de la necersaria.

En su visita a Bruselas y leyendo sus declaraciones, más bien parece que ha tratado de poner morritos y que apenas se le oiga en su defensa de los intereses españoles, en vez de dar un puñetazo en la mesa y obligar a las instituciones comunitarias a respetar a pies juntillas el cupo. Es lo firmado ¿no? Y es que cuando estaban en la oposición la beligerancia popular era extrema contra nuestro vecino del sur y contra el gobierno socialista y ahora, cuando las tornas han cambiado, parece que aquellos lodos se han convertido en simples barros de poca mancha. Y es que ya saben que una cosa es predicar y otra dar trigo.

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