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Belén Amat

Emilio Ruiz 

La Cámara de Comercio española en el Reino Unido, una institución que agrupa a 400 empresas españolas con intereses allí, ha elegido secretario general a Ígor Urra, un exdirector de Bankia en Londres. Se consuma de esta forma uno de los atropellos más crueles que puede recibir un profesional, una profesional en este caso, sin razón alguna que lo justifique.

Belén Amat
Belén Amat Martín, almeriense, virgitana, goza de un merecido prestigio profesional en el comercio internacional. Hasta hace poco era la representante en el Reino Unido de Extenda, la Agencia Andaluza de Promoción Exterior, y, por ello, directiva de la Cámara. Este verano, la secretaria de este organismo, Silvia Estivill, dejó el cargo. La Junta Directiva, formada por representantes de Banco Santander, BBVA, Ferrovial, Iberia, Sabadell, La Caixa, NH y Sol Meliá, entre otros, por unanimidad, acordó nombrar a Belén.

Al enterarse, el embajador Federico Trillo, también presidente honorario de la institución, montó en cólera. Una reacción sorprendente, pues no es propio que un  embajador entre en estas minucias. El caso es que Trillo exige el despido inmediato de la almeriense. La razón que da es pueril: incompatibilidad del cargo con quien antes ha contratado con la Cámara. Belén nunca ha contratado nada. La Junta, para salir de dudas, pide un informe a Cuatrecasas. Efectivamente, no hay incompatibilidad alguna. Pero el embajador, lejos de doblegarse, enfurece. La Junta, para evitar el suplicio, despide a Belén a los pocos días de ser contratada.

¿Por qué Trillo ha obrado así? Suposiciones, todas; certezas, ninguna. Sólo él lo sabe. La independencia de la Cámara ha quedado en entredicho. Y la dignidad de una profesional, pisoteada. Belén ha sido víctima de quien no ha sabido estar a la altura del cargo que ocupa.

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