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A vueltas con el carril-bici

Elena Torres
Editora de Teleprensa

Creo que con el carril bici en Almería está sucediendo algo parecido a lo vivido, hace ya unos años, con la ley antitabaco en la que una ministra socialista se propuso terminar con el consumo de cigarrillos a costa de medidas que en su momento se entendieron más bien poco y costaron no pocos quebraderos de cabeza tanto a la administración como al administrado.

Carril-bici en Almería
No se si recordarán el grito en el cielo que todos pusimos al conocer, por ejemplo, que quedaba prohibido no ya fumar en el trabajo sino también en bares y restaurantes, es decir, en los locales de ocio. Tal vez haya quien añore echar un pitillo en la oficina o en el bar pero a buen seguro hasta el fumador reconoce la bonanza de contar con dependencias libres de humos y dejar éstos reducidos a la calle. 

Con el carril bici, entiendo, está pasando algo parecido. Todos se preguntan cuántos ciclistas tiene Almería para ‘estar liando’ la que se está liando y pocos, en principio, parecen ver ventajas en diseñar vías para las dos ruedas sin motor que, dicho sea de paso, se respetan a medias porque al personal aún le cuesta entender que el peatón no tiene preferencia sobre las mismas.

Lo cierto es que el trazado se está haciendo un poco ‘patateramente’ y se está enmendando sobre la marcha como se puede pero es preferible esto a tirar por tierra un proyecto que ha tardado demasiado en ver la luz en una ciudad que tiene a priori todas las ‘comodidades’ para ser todo un referente. En Almería apenas llueve, su trazado es prácticamente llano y las distancias cortas, salvo el barrio de Cabo de Gata que, por otro lado, puede acabar siendo el más atractivo turísticamente. 

La cuestión no es tanto conocer cuántos ciclistas tiene la capital, que son muchos les aseguro, sino cuántos se pasarán a las dos ruedas una vez comprueben lo cómodo que resulta transitar por esta ciudad y hacer un trayecto puerta a puerta  de manera cómoda y sana.

No obstante, a la administración le corresponde poner en valor esta apuesta más que contribuir a generar dudas y abrir más brechas. Y desde luego lo último que nos faltaría es que el paso dado hacia una mejor movilidad nos llevara a un nuevo enfrentamiento Junta-Ayuntamiento.