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Yo sí voy a la huelga general

Juan D. Gómez 
Estudiante de Trabajo Social 
Esta mañana se ha convocado oficialmente (aunque era extraoficial desde hace semanas) la huelga general del próximo 14 de noviembre. La "cumbre social" en la que CCOO y UGT aseguran hay cientos de colectivos, pese a que siempre son un Méndez y un Toxo poco aclamados los que hablan en su nombre, ha hecho pública esta convocatoria que coincidirá con huelgas generales en Italia, Portugal y Grecia. Podría decirse que estamos ante la primera huelga de los países del sur, que reclaman mayor atención por parte de los países del norte; Un objetivo bastante difícil de conseguir si tenemos en cuenta que el esfuerzo social sobrehumano de países como Grecia (el mayor comprador de armamento militar de Europa, en su mayoría importado de Alemania) es el que mantiene a ciertos países del norte en su estatus de vida, mientras el mediterráneo amenaza con arrebatarnos lo poquito que habíamos conseguido.
No se han hecho esperar las críticas, como es habitual, de medios de la derecha mediática más sectaria de nuestro país, así como de nuestro propio presidente-títere, Mariano Rajoy, que aseguran lo que escuchamos cada vez que hay un atisbo de reivindicación por parte de la sociedad: el enorme daño que le hace a la "marca España" la convocatoria de una huelga general. Me gustaría saber qué diantres es dicha marca y en dónde están los beneficios que ha debido reportar en los años de bonanza de este país, así como la forma en la que miden qué hace daño y qué no hace daño a esa marca fantasma.

Por supuesto que, las críticas a los sindicatos son hoy más que nunca necesarias, pero enmascarar de crítica constructiva lo que claramente es un discurso antisindical pronunciado por aquellos a los que siempre les han estorbado estas organizaciones tiene menos sentido que nunca. Los sindicatos son objetivamente parte culpable de esta crisis por utilizar diferentes lupas dependiendo del color del partido que gobernase en cada momento, pero ello no significa que la totalidad de su actividad, ni siquiera la mayor parte de tal, sea cuestionable. Gracias a los sindicatos se denuncian públicamente abusos por parte de empresas, se negocian convenios colectivos y se consiguen, poco a poco, cada vez más avances en materia laboral. Yo me pregunto qué intereses ocultos, o no tanto, tendrán aquellos que abogan por la abolición total de los sindicatos. También me pregunto cuando escucho a gente de a pie repetir muletillas antisindicales dignas de un telediario de intereconomía (o mejor dicho, 13Tv) si se habrán parado a pensar alguna vez que cosas tan poco valoradas como la jornada laboral de 8 horas, las vacaciones pagadas, los festivos o las bajas por enfermedad fueron en su momento logros sindicales que costaron vidas humanas.

Y aunque la actividad de los sindicatos, en general, pudiese ser muy cuestionable, no creo que un gobierno que ha llegado al poder aupado por mentiras esté en posesión de dar lecciones morales a otras organizaciones. En menos de un año de gobierno prácticamente no queda una sola hoja en el programa electoral del Partido Popular en la que no haya recogida una promesa que ya se hayan saltado, y los Presupuestos Generales del Estado propuestos para el año próximo han contribuido bastante a ello. Pero es que aún hay más: nos encontramos ante un gobierno que ya retrasó el pasado mes de marzo su “paquete de medidas contra el déficit” para no salir perjudicado en los comicios andaluces, y que a día de hoy sigue dando respuestas sin contenido sobre la más que evidente petición de rescate para no salir perjudicado en las elecciones gallegas y vascas. Un gobierno que se salta su programa y lo admite sin complejos, que insulta indiscriminadamente a cualquier colectivo que no se pliegue ante sus indicaciones y que condiciona el futuro de una nación a unas elecciones autonómicas en las que colocar a más afiliados, perdónenme, pero no es un gobierno en virtud de dar clases de “imagen internacional” a nadie.

Esta huelga general se presenta como una oportunidad para exigir a una Unión Europea 'alemanizada' un giro radical en sus políticas de austeridad que apueste por paliar esta epidemia en lugar de evitar que la gangrena se extienda. Evidentemente en 24 horas de paro general no vamos a cambiar el mundo, pero si sirve para seguir concienciando cada vez a más y más personas de que esta situación no puede verse como una oportunidad para someter a las clases trabajadoras a los intereses de unos pocos con la batuta del miedo, ya habrá servido de algo el que millones de españoles vean mermados, aun más si cabe, sus sueldos.

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