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La radio se destapó en la guerra como un gran medio de propaganda política

Antonio Torres
Director de Canal Sur

La Guerra Civil tuvo su batalla en las ondas. Pasó de ser altavoz musical para convertirse en un referente informativo. La radio fue utilizada por ambos bandos.  El director de Radio Almería Miguel Soto estuvo detenido y encarcelado durante casi dos años por ser sospechoso de colaborar con los rebeldes en una provincia que ejerció de republicana casi al final.


Lo triste de la utilización de la radio y de los medios es que todo valía para justificar la ineficacia o para desacreditar al adversario. El propietario de EAJ-60 Radio Almería, la única emisora convencional de Almería, Miguel Soto (Alicante, 1905-1964), fue encarcelado durante casi dos años. La sede de esa emisora estaba en calle Arapiles de la capital.

A mediados de los años cincuenta Soto vendió la emisora a Ramón de Rato, padre del exministro Rodrigo Rato. La primera voz que sonó en esa emisora fue la de Juan Cuadrado, director de La Alcazaba, y uno de los colaboradores más fiables del arqueólogo Luis Siret. Los contenidos de la emisora estuvieron controlados por el gobernador Peinado y por el Sindicato de Telégrafos.

El olvido, el desconocimiento de la historia, también es una forma de violencia. Es conveniente subrayar que desde las ondas de ambos bandos se dedicaban a confundir y dar ánimo a sus seguidores. Algo así como la prensa de partido. Una de las primeras actuaciones del gobernador civil que acabó con el descontrol de la provincia, el socialista Gabriel Morón Díaz (Puente Genil, 1896-México, 1973),  fue reunir a los representantes locales de las organizaciones políticas y sindicales para manifestarles que había sido nombrado como representante del Gobierno para ser no un gobernador partidista, sino el del Frente Popular,  apunta el catedrático de la Universidad de Almería Rafael Quirosa-Cheyrouze y Muñoz.

A Morón le sustituyó el comunista Talens Inglá quien protegió a la capital con la construcción de los refugios antiaéreos que diseño el arquitecto municipal Guillermo Langle. En Almería se tuvo que hacer frente a las noticias de la masacre de la carretera Málaga-Almería, “la Desbandá”, donde los golpistas atacaron por tierra, mar y aire a más de cien mil inocentes que huían del hambre.

En unos tiempos en los que Abc era republicano en Madrid y golpista en la capital andaluza, la radio se convirtió en una gran arma de lucha psicológica. Así lo explica el periodista Daniel Arasa en La batalla de las ondas en la guerra civil. Demuestra que la radio tuvo mucho más peso que la prensa escrita porque se podía escuchar en los dos bandos, el papel escaseaba y la distribución era una tarea complicada. En todos los bandos hubo censura. Desde la República, Arturo Barea describió su trabajo en cuanto al contenido de la información.

“La orden oficial para la censura fue: dejar pasar únicamente las informaciones en las que apareciera que Alcázar estaba a punto de rendirse; la columna de Yagüe, detenida en su avance, y los tribunales populares un dechado de justicia…”, testimonio recogido por el catedrático Ángel Faus en su libro La radio en España. Los golpistas, con Giménez Arnau, Ridruejo, y los suyos tuvieron que “pelear” con los cerca de 900 corresponsales, muchos de los cuales son mitos del periodismo y la literatura mundial.

Hubo en el bando rebelde agitadores profesionales, espías y técnicos en propaganda camuflados de corresponsales de guerra. El alemán Hans Lazar de la agencia Transocean es la encargada de la difusión de la propaganda nazi en España y América del Sur. Lazar controlaba las emisoras importantes y era un secreto a voces que  repartía mensualmente cantidades fijas para dominar y controlar la prensa española, según el catedrático Faus.

La difamación y la calumnia eran las armas favoritas de Queipo. “Los hombres que permanecen fieles a la República son todos estafadores, ladrones y criminales vulgares, según Antonio Bahamonde, autor de Un año con Queipo de Llano. Un libro del periodista Fernando Guijarro, García Lorca: lo desenterraron, que se presentará esta semana en Librería Picasso de  Granada subraya: “Los sublevados contra la República, entre los que el general Franco era uno más, se enteraron por la BBC de que habían detenido a Federico García Lorca, y algún mando no identificado envió al Gobierno Militar de Granada un teletipo ordenando que “Al poeta, ni tocarlo”.

Pero cuando llegó el mensaje, García Lorca había sido ya fusilado. La profesora del Instituto de Vera Mari Carmen Morales Carmona me hace llegar el libro de Lluis Pasqual titulado De la mano de Federico en el que juega con la posibilidad de que el cuerpo del autor de Bodas de sangre se encuentre en la finca familiar. Hay quien va más lejos y asegura que se encuentra debajo del piano con el que el poeta universal deleitaba a los amigos y a la familia.