Edita: Fidio (Foro Indalo de Debate, Ideas y Opinión / Twitter: @opinionalmeria / Mail: laopiniondealmeria@gmail.com

El Algarrobico

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Una escueta revisión cronológica de los acontecimientos que concurren en la cruzada multidisciplinar contra el Hotel Algarrobico nos puede conducir al paradigma del mayor despropósito jamás contado. A bordo del AMA DOS (en náutica no se admite numeral árabe), Cristina Narbona se asía al guardamancebos y José Borrell chapoteaba disfrutando de particular solaz náutico, gentileza de los recursos públicos de la Agencia de Medio Ambiente. El cabotaje turístico exclusivo tuvo la desgracia de recalar en la rada del Algarrobico. Fue, entonces, cuando la ministro atisbó la presencia de un leviatán que Neptuno expulsara de sus dominios para anclarse en agreste destierro.

El Algarrobico /Abc
El hotel -a medio construir- como todas las construcciones inconclusas, resulta estéticamente poco favorecido: ladrillo visto, grúas, andamiaje, revocados parciales… Sin encomienda alguna que la inherente a la potestad de su cargo (ministerio), ordena rumbo de colisión y velocidad de combate contra la polémica construcción. Ella desconocía (no le importaba) si el rumbo marcado encontraría bonanza, galerna, bajíos, arrecifes… lo importante era enfilar con el ariete de su capricho, y allá legalidades, efectos colaterales y derechos vulnerados.

Posteriormente, y en correlación de mando, la consejero de Medio Ambiente, Fuensanta Coves, se ve concernida en el despropósito; primero con tibia convicción y, después, enardecida involucración. Lógicamente, la Junta revisa su “cuaderno de bitácora” y descubre que la singladura del hotel ha contado con su avenencia y colaboración necesaria; tanto en la declaración de suelo urbanizable (1994), como en la tramitación de la subvención (1.000 millones de pesetas) que recibió el promotor de una obra con la preceptiva licencia municipal, en suelo urbanizable y subvencionado por el Gobierno con la inestimable tramitación de la Junta de Andalucía. Así las cosas, no queda más remedio que llamar al mal tiempo: Greenpeace.

A falta de confirmar, los “Guerreros del Arco Iris” pudieron ser convocados para desviar las responsabilidades políticas y administrativas hacia las consideraciones estéticas y la “sensibilidad” medioambiental. El Algarrobico se convierte en un estandarte de la aberración urbanística depredadora de la costa, y la “multinacional” ecologista se emplea a fondo en la certeza de cobrarse una pieza emblemática que refuerce y amplifique su notoriedad e influencia. Así, las administraciones culpables del despropósito les quedarán eternamente agradecidas, y los ecologistas exhibirían la pieza cobrada para general canguelo de la fauna inmobiliaria. Por cierto, la “caza” es selectiva: hay víctimas que sortean su captura aceptando ciertos “sacrificios” y, otras, afrontan la cacería midiendo sus fuerzas. De ahí que algunas aberraciones urbanísticas pasen “desapercibidas” y otras obtengan la consideración de cataclismo. ¿Por qué será?

El último episodio del esperpento lo escribe la Junta y Greenpeace anunciando recurrir lo que NO admite recurso. Es el nuevo modelo de “estado de derecho”; al estilo de los independentistas catalanes: si no me satisface la sentencia, el tribunal es agitador de la catalanofobia y me lo paso por el forro…  Ahora, Junta y ecologistas pretenden recusar instructores y anular procedimientos.

Larga y tortuosa se hace la espera para ver funcionar una iniciativa que creará empleo cierto, riqueza y un edificio “singular”, tan singular como otros que se han convertido en BIC, sostenibles… y hasta democráticamente progresistas.              

No hay comentarios:

Publicar un comentario