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Frentismo en Galasa

Emilio Ruiz

El deterioro de Galasa, larvado durante años, ha llevado a la sociedad a uno de sus momentos más delicados de su vida. Las dos partes políticas intervinientes en su gestión, el PP y el PSOE, andan a la gresca sin vía alguna de diálogo. Practican la vieja táctica de la acción-reacción, sin pensar que el problema es tan grave que, ampararse en el interés localista o partidista, solo muestra escasa altura de miras. Las últimas escenas de esta triste película han sido, por parte de unos, aprobar un incremento de de las tarifas de agua, y por parte de otros, anunciar plenos extraordinarios en todos los Ayuntamientos para impedir la aplicación de la subida.


En el año 1994 los problemas de Galasa ya eran motivo de manifestaciones populares, como muestra esta fotografía de Actualidad Almanzora, del año 1994

Podría elaborarse un catálogo de hechos que han llevado a la empresa a la actual situación. Se vería entonces que los errores tienen protagonismo a un lado y otro del escenario político. Recordemos solo unos cuantos de estos errores: uno, cómo se dio lugar a que Vera se desligara de la empresa; dos, la mal planificada expansión hacia el Almanzora, con algunos acuerdos municipales que producen sonrojo; tres, el disparatado acuerdo con Acuamed para disponer de la desaladora de Carboneras: cuatro, la prolongada  ausencia de inversión en la mejora de las redes; cinco, la permisividad con algunos Ayuntamientos, que no han tenido escrúpulos para negarse a pagar el agua que consumían...

Pero no es la cuestión ahora de hacer una lista de errores de cada uno para arrrojarla a la cara del otro, sino de establecer los acuerdos que garanticen el futuro de la empresa y, en consecuencia, aseguren el suministro de agua a los 25 pueblos del Levante y el Almanzora. Tiene razón el PP cuando defiende una actualización de tarifas. Y la tiene el PSOE cuando propone la necesidad de elaborar un plan de viabilidad de la empresa. Pero ambas medidas no son incompatibles, sino necesarias. Una, para normalizar el funcionamiento actual de la sociedad, y otra, para garantizar su futuro.

Estos días leemos numerosas reacciones de responsables políticos sobre la situación de la empresa. Algunas son simple demagogia. Y otras, simplemente carecen de rigor. No es cierto que el capítulo salarial, incluido el directivo, sea exagerado. No es disparatada la deuda bancaria. Ni sus gastos financieros son desorbitados. Ni el servicio que presta es deficiente. Es verdad que las pérdidas, en torno al 43 %, son inaceptables. Pero sueña quien piense en pérdidas cero. En el abastecimiento, eso no existe. En España, el porcentaje de ANR (Agua No Registrada) ronda el 23 %. Galasa está, ciertamente, veinte puntos por encima.

Las diferencias que mantienen PP y PSOE, los dos partidos que gobiernan Diputación y casi todos los Ayuntamientos que se sirven de Galasa, no son insalvables. Merece la pena que uno y otro eludan cualquier criterio partidista o localista –los hay de una y otra manera- y se sienten en una mesa para planificar el mejor futuro de esta sociedad que los vecinos del Levante y el Almanzora necesitamos, no como el comer, pero sí como el beber, que es incluso más importante. El frentismo en el que los dos partidos se hallan instalados no conduce a solución alguna.