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Entre la estupefacción y la rabia

José Fernández
Periodista

Inmerso en un severo problema digestivo de su segundo batacazo electoral consecutivo en apenas seis meses, el candidato de Podemos por Almería, el ex general Julio Rodríguez, (derrotado en Zaragoza y derrotado en Almería) sigue despreciando a todo aquel que no ha tenido a bien votarle. En su cuenta de Twitter, el ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa nombrado por Zapatero, se permite el lujo de considerar peligrosos y faltos de ética a quienes, de un modo tan irresponsable como antipatriótico, no le votaron e impidieron sumar otro diputado al partido del amor. Y la verdad es que el hombre tiene un soponcio gordísimo. Vean: “Si hay algo deprimente es que la mitad de los electores no quieren ningún cambio. No creen en la ética, y eso... empieza a ser peligroso”.

El tuit de Julio Rodríguez

Es curioso que en apenas unos días hayamos pasado de la cordialísima apelación a la sonrisa a una insólita demostración de odio rabioso. Y aunque el señor Rodríguez se ha conformado con apropiarse de la ética como valor exclusivo y a despreciar con soberbia a quienes han cometido la insubordinación de pensar diferente, en la clase de tropa de su partido la decepción electoral se ha traducido en una traca de estupefacto rencor, esturreado ahora por las redes sociales. Es decir, que si usted no ha votado al partido de la sonrisa y el buen rollo (el que más se parece en sus planteamientos al conocido grupo-secta “Viva la Gente”) usted es un mierda. Y punto.

En todo caso, lo que verdaderamente asusta es imaginar a toda esta gente gestionando las pensiones, la deuda pública, la sanidad o cualquier otra cosa que no sea el postureo, la soflama y la agitación. Venían a cambiar España y no sabían que había vida (y votantes) más allá de las redes sociales. En todo caso, creo que alguien debería recomendar más serenidad al ex general, porque aparenta estar más cabreado que un mono, hablando de los que no le han votado en unos términos que no emplearía ni Amedio para referirse a la despreocupada madre de Marco.