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La Navidad en Almería

Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia

Aguinaldos, pascueros, árboles, cenas de Navidad, villancicos, piñatas, alumbrados navideños, belenes, pastores… La Navidad entra en nuestros hogares como la época de los recuerdos, encuentros familiares y, en definitiva, de esos buenos deseos de paz y amor que provienen de la fantasía infantil.

No podemos negar que estas fechas, y más en estos momentos de dificultad, son muy importantes para los comerciantes y el empleo, en definitiva, para el consumismo. Buen ejemplo de ello lo encontramos en las numerosas actividades culturales y tradiciones que aparecen en los días navideños formando parte de la vida cotidiana. ¿Quién en Almería no ha oído hablar del aguinaldo? Representa el anuncio navideño que se ponía en marcha en toda nuestra provincia con los recorridos de los grupos por casas y cortijos el día de Nochebuena. ¿Quién no recuerda o todavía no tiene la suerte de disfrutar de aquellas matanzas cortijeras cantando coplillas con panderetas, guitarras, zambombas…? Durante el día se recorrían los campos y por la tarde-noche se pedía en las casas del pueblo, muchas veces coincidiendo con la comida navideña de las familias. La gente ofrecía a aquellos cantantes, que pedían su particular aguinaldo, productos de matanza, dulces navideños o dinero a cambio de cantar unos villancicos o coplas populares. Aquí va una de esas cancioncillas: “Levántate, si te quieres levantar y dadnos el aguinaldo, y te vuelves a acostar”. ¡Menudas juergas que se daban los aguinaldeños con aquellos donativos!

Por otra parte, en estas fechas nos visitan muchas personas que se sorprenden de cómo vivimos los almerienses unas Navidades más ligadas al sol y a la playa fabricando muñecos de agua y arena más que de nieve. Y es que el clima almeriense con su luz tan particular nos hace huir del frío y salir de las chimeneas del hogar para tomar nuestras típicas tapas en familia y con amigos al aire libre. Todo esta alegría culmina la “Noche Mágica” donde niños y mayores, de Almería y provincia, viven en la calle la llegada de los Reyes Magos con una mezcla de ilusión y nostalgia.

Sin embargo, además de la gran actividad comercial e intercambio de regalos, reuniones y comidas familiares, el 25 de Diciembre representa el momento más importante para la  convivencia familiar y religiosa. Por eso, desde todos los rincones de la provincia, los almerienses tenemos que proponernos, como objetivo 2012, mejorar como personas si verdaderamente  llevamos dentro del corazón la intención de la Justicia.

Llega, pues, un año más la Navidad y estamos como siempre: nos movemos en el terreno de los deseos y en la magia de las palabras para acercarnos más unos a otros y convencernos de que vamos a ser mejores por dentro con la llegada del Año Nuevo. Pero, ¿qué ocurre? Pues que las esperanzas son sólo ilusiones y sueños fantásticos que al despertar se convierten en trágicas realidades: las guerras siguen, los conflictos personales se multiplican, los buenos modales y la educación brillan por su ausencia. Las felicitaciones de Navidad, deseando lo mejor para nuestros semejantes, se desvanecen y todo vuelve a ser como antes o, mejor dicho, como siempre. Paz y Amor son sustituidos por guerra y odio.

A pesar de todo, quisiera lanzar un mensaje de esperanza y pensar que las cosas van a cambiar de verdad porque soy un idealista que se engancha a la utopía del entendimiento mutuo: ha nacido el auténtico Salvador y ha venido a evitar la confrontación, a detener esta cultura de destrucción para construir la definitiva cultura de la paz. Ante este nuevo Dios, que ni es católico ni protestante; ni árabe ni judío; ni vasco ni español; ni negro ni blanco; ni norteamericano ni musulmán; ni de derechas ni de izquierdas... nada pueden los que han provocado esta gran crisis económica y vital que nos atrapa.

Cuando el 6 de enero compartamos el Roscón de Reyes cada uno de nosotros se llevará una sorpresa porque comprobará que la magia está en las personas, está aquí y ahora, en una mirada, en una sonrisa, en un olor, en un sabor, en una acción, en un pensamiento, en un sueño, en un recuerdo, en un deseo, en una flor, en un atardecer, en el mar, en la familia, en la amistad y, en definitiva, en la vida.

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