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Mariló Montero, Gustavo González y Diego Arrabal recurrirán la sentencia

Alba Haro
@opinionalmeria

La sentencia de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Barcelona que condena a Diego Arrabal y a Gustavo González a diez meses de prisión como autores responsables de un delito de revelación de secretos por el caso de las fotografías de Mariló Montero desnuda en un hotel de Bora Bora no ha dejado contentos a los condenados, que la recurrirán ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, para lo que tienen un plazo máximo de 10 días. Por lo que respecta a la denunciada, la sentencia le ha satisfecho a medias y también la recurrirá.

 

Según El Español, Mariló Montero también recurrirá la sentencia

Los hechos ahora resueltos judicialmente ocurrieron en unas vacaciones de Semana Santa en 2015. La periodista se encontraba con una amiga en Bora Bora, en un espacio privado. "Tal era su intención de mantener la reserva del destino de su viaje que no se lo comunicó ni a su entorno familiar ni a ninguna de sus amistades, ni tan siquiera a la persona que le iba a acompañar y que sólo tuvo conocimiento del mismo en el propio aeropuerto. Las únicas personas que conocían tal destino eran la directora de una conocida agencia de viajes y su asistente personal", subraya la sentencia, que afirma que Mariló Montero y su amiga se alojaron en un bungaló del Hotel Intercontinental Le Moana y "disfrutaron de largos periodos en la terraza frente al mar en la seguridad de que se encontraban en un ámbito de intimidad propia del lugar que en aquel momento constituía su domicilio temporal, permaneciendo en la misma en pijama, en bikini y, en el caso de la Sra. Montero, en algún momento desprendiéndose incluso de la parte superior para tomar el sol". Se ofreció la compra de tales fotografías a la revista Lecturas, remitiendo una copia de las mismas a su director, Luis Pliego, "quien entendió que no eran publicables". Las fotos no llegaron a publicarse. 

Diego Arrabal ha afirmado de forma tajante que "Vamos a recurrir", mientras Gustavo González seguramente adoptará la misma decisión, ya que las defensas jurídicas de ambos son las mismas. Por lo que respecta a Mariló Montero, está "muy agradecida" y considera la decisión judicial "un avance en la defensa de la intimidad de un persona pública". No obstante, también va a recurrir porque considera que se ha juzgado un único delito cuando en realidad ha sido víctima de un "delito continuado". 

Según los abogados de Mariló Montero, conforme publica El Español, “desde finales de 2014, Montero fue objeto de un seguimiento por parte de Gustavo González y Diego Arrabal, quienes, según el mencionado documento, "pusieron todos los medios a su alcance para entrar en ámbito de la más estricta intimidad de la querellante con la intención de airearlo y lucrarse con su comercialización, sin autorización, conocimiento ni consentimiento".

"La primera vez que existe constancia de que lo consiguieran –reza el escrito de acusación- tuvo lugar con ocasión del viaje que realizó Mariló Montero con sus hijos a las Islas Maldivas durante las vacaciones de Navidad de aquel año, los días 26 de diciembre de 2014 a 4 de enero de 2015”. Los querellados consiguieron enterarse del propósito de Mariló y contrataron a unos paparazzi que se desplazaron hasta Maldivas para localizarla. A escondidas, desde una embarcación próxima y auxiliados de teleobjetivos, hicieron un reportaje fotográfico que "vulnera su más absoluta intimidad". 

De acuerdo con el escrito de acusación, uno de los días en los que Mariló Montero practicaba una inmersión de buceo, los paparazzi "se aproximaron al capitán del barco y le mostraron una foto con el rostro de Mariló Montero, preguntándole si esa mujer se encontraba allí". Él "respondió afirmativamente porque -según relató después- le pareció tan extraño que pensó que le tenían que comunicar alguna desgracia familiar". Desde ese momento, los paparazzi enviados por Arrabal y González comenzaron a seguir continuamente a Mariló, captando imágenes suyas -por supuesto sin consentimiento- llevando a cabo la vida cotidiana propia de un barco, "lejos de la mirada ajena, en bikini, tomando el sol o en compañía de sus hijos en la cubierta del barco". Después de aquello ocurrió lo de Bora Bora.

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