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Las claves de un relevo


Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería

➤ La política e mobile, como la donna del Rigoletto, de Verdí. Mobile y gaseosa. Nada es lo que parece, y lo que parece que va ser, nunca llega a serlo, mientras que aquello que se revestía de una aspiración quimérica acaba siendo realidad. No se lo pregunté, pero seguro que en el mediodía tardío de ayer a Gabriel Amat, en esa esquina del alma por la que solo pasa su dueño, vio dibujada la media circunferencia con la que va a cerrar el círculo político con el que lleva soñando desde que es el máximo dirigente del PP en Almería: dejar en la presidencia de la Diputación a un hombre de su confianza y al que ha ido guiando (y observando) desde que comenzara su aventura en el palacio provincial de Navarro Rodrigo. La otra mitad del circulo la cerrará el miércoles cuando Juanma Moreno sea elegido presidente de la Junta de Andalucía después de 36 años de gobiernos socialistas.

Gabriel Amat entrega la vara de mando a Javier Aureliano García (Loa)

Cuatro años ha tenido que esperar los primeros 180 grados del primer trazo de la circunferencia y siete los otros 180 restantes. Cuando en la noche oscura de la primavera tardía del 2012 Javier Arenas se quedó a cinco escaños de la mayoría absoluta que necesitaba para romper la eternidad socialista en san Telmo, Amat vio como uno de sus sueños se desvanecía en la penumbra amarga de una derrota no prevista (como ahora la de Susana Diaz) por ninguna encuesta.

Aquel en el que tenía depositadas todas sus esperanzas y que encabezaba la candidatura por Almería ganaba, pero perdía; era el derrotado, aunque había sido el vencedor. Arenas (qué buen presidente hubiese sido para Almería) asumió el fracaso, abandonó la primera línea de la política andaluza y continuó su camino a la sombra del granado madrileño junto a Rajoy.
El dirigente provincial del PP -pensaban- había unido su suerte con la de Arenas y la marcha del andaluz iniciaba el camino al destierro del almeriense. Qué error
Fue entonces cuando algunos comenzaron a dibujar en Almería el postgabrielismo. El dirigente provincial del PP -pensaban- había unido su suerte con la de Arenas y la marcha del andaluz iniciaba el camino al destierro del almeriense. Que error; un error con alguna factura pendiente que Amat no ha descartado pasar al corro si las circunstancias le son propicias.

Ayer se cerró una puerta y se abrió una ventana. Amat deja atrás ocho años de intenso y eficaz trabajo en el que la deuda de la Diputación ha disminuido en 160 millones pese a ser las más inversora de Andalucía, los vuelos internacionales han pasado de 7 a 120 vuelos semanales, todos los municipios disponen de agua potable y están dotados de administración electrónica y el cine ha regresado a la provincia de forma espectacular.

Ahora lo que se abre es una ventana de oportunidades para el nuevo presidente. Javier Aureliano sabe que su irresistible ascenso en la estructura orgánica del PP ha tenido en Amat su principal avalista y en algunos de los que ayer la abrazaban, enemigos ya vencidos (y reconvertidos a su causa) por la fuerza de los hechos. Dotado de una pericia contrastada para moverse en la sombra le ha llegado el momento de mostrar a campo abierto la diligencia con que se ha movido en toda la estructura inversora, funcional e innovadora construida en los últimos ocho años.
Amat siempre ha tenido la última y (en muchos campos también) la primera palabra, pero Javier Aureliano ha sabido estar siempre en el lugar y en el momento justos
Nada le ha sido ajeno. Desde la política presupuestaria a la inversora, desde las obras públicas a las políticas sociales, desde la expansión de la oferta turística o el cambio de rumbo del festival de cine, todo ha pasado por su despacho. Amat siempre ha tenido la última y (en muchos campos también) la primera palabra, pero Javier Aureliano ha sabido estar siempre en el lugar y en el momento justos. 

Sabía -recuerdo que lo hablamos un día de confidencias hace ya años- que, con Gabriel Amat, cien aciertos pueden quedar sepultados bajo el peso de un solo error intencionado. No lo ha cometido y no lo va a cometer. Pero desde ayer comienza una etapa nueva en la que, inevitablemente, será él quien tome las decisiones. Que nadie lo dude: continuará la estela de Amat. Y será así por dos razones.

La primera porque él ha sido un geógrafo decisivo en el diseño de la hoja de ruta que le ha llevado al puerto al que acaba de arribar. La segunda, porque sabe que para llegar a la cúspide del PP que preside Gabriel Amat (que es donde está el poder y a la que llegará más temprano que tarde Javier Aureliano) solo el error del apresuramiento podría impedírselo. Y nadie que ha sabido llegar con paciencia y tanto trabajo tan lejos va a caer en el error de confundirse en la precipitación. Todo se alcanza a su tiempo. Pero quien da la hora es el dueño del reloj.

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