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Las dos encrucijadas de Susana

Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería

➨ La batalla iniciada por Susana Díaz para ganar las primarias está oscureciendo algunas situaciones a las que deberá enfrentarse el PSOE andaluz al día siguiente de conocerse el resultado. La estrategia de conquista en la que está inmersa la candidata no permite distracción alguna y, siguiendo la teoría de su antecesor, el río hay que cruzarlo cuando se haya alcanzado el puente.

Susana Díaz

El perfil político de Susana está situado en la orilla opuesta a la que levitaba su predecesor en San Telmo, pero la teoría de no abandonarse a la premura arriesgada de querer cruzar el río a nado en medio de la corriente sí la ha llevado a la práctica con pulcritud griñanista. Los socialistas andaluces no se han adentrado en el laberinto que les aguarda a la vuelta de las primarias, pero ninguno ignora que después del 21 de mayo y sea cual sea el resultado habrá que tomar decisiones de incomodidad inevitable.

"Si Susana gana -como predicen todos, menos los apóstoles del sanchismo-, su permanencia en la presidencia de la Junta no podrá consumarla hasta el fin de la legislatura"

El triunfo o el fracaso de Susana abrirá un horizonte al que habrán de enfrentarse sin remedio. Si Susana gana -como predicen todos, menos los apóstoles del sanchismo-, su permanencia en la presidencia de la Junta no podrá consumarla hasta el fin de la legislatura. Por mucha capacidad política que tenga (que la tiene; aunque nunca tanta como le elogian sus admiradores); por mucha que sea su capacidad, digo, la labor de reconstrucción del PSOE y la gestión del gobierno andaluz acabará siendo incompatible.

Hay que dar demasiadas puntadas para coser el desgarro socialista y la situación de Andalucía demanda un esfuerzo sin distracciones por tiempo indefinido. Susana puede compatibilizar los dos cargos, quizá, hasta el próximo 28 F, pero no mucho más allá. El problema de esos casi nueve meses es que, en medio de ellos, tendrá que celebrarse el congreso regional y, ay, ahí hay un problema: si Susana es elegida secretaria general en junio, a la vuelta de verano, cuando el PSOE andaluz celebre su congreso regional, los delegados de las ocho provincias deberán elegir a quien le suceda en la dirección andaluza.

Hasta ahora han sido varios los nombres que se han barajado. Jiménez Barrios sería la opción continuista; Mario Jiménez encarnaría la opción lampedusiana de que todo aparente que cambia para que todo siga igual; María Jesús Montero sería la renovación matizada –y controlada-, aunque con riesgos por los barones provinciales. Estos son los nombres que más aparecen en las quinielas, a las que, no lo olviden, tan aficionados y con tan poco acierto “jugamos” los periodistas.

"Si nadie sabe a quién elegirá Susana como sucesor o sucesora, todos sí saben que será ella -y solo ella- la que lo designará"

Pero si nadie sabe a quién elegirá Susana como sucesor o sucesora, todos sí saben que será ella -y solo ella- la que lo designará. Como también nadie duda que quien la sustituya en la candidatura para la presidencia en las autonómicas de 2019 deberá iniciar su proyección como presidenciable, al menos, un año antes de la cita con las urnas. Un cartel electoral no se improvisa y la presidenta es consciente de que ese es un río que deberá cruzar irremediablemente y, además, hacerlo por un puente cuyo pilar principal estará acosado por aguas turbulentas de profundísimo calado.

Llegados a este recodo del río del relato, el lector podría preguntarse por qué seis meses o un año después de haber ganado las primarias, las aguas, aparentemente tranquilas tras la victoria, esconderán un peligro inevitable. Como cantaba la copla al porqué de este por qué se responde con lo mucho que se jugaría la nueva secretaria general si el elegido o la elegida no mantiene el poder en San Telmo y es el PP el que, por fin y tras cuarenta años en la oposición, alcanza la presidencia. Este escenario supondría un golpe para la carrera de Susana hacia la Moncloa y sería tan demoledor que nadie garantizaría unas primarias sin rival para encabezar las generales de 2020.

Todos los partidos son resultadistas y el PSOE no es una excepción. La militancia -tan remunerada para tantos- siempre se muestra dispuesta a respaldar a quien más les acerca a la victoria (y al alcance de sus intereses personales). Susana va a recorrer en los próximos meses un territorio de extraordinaria complejidad en el que, sin duda, sabe dónde quiere llegar. Lo que ni ella ni nadie puede asegurarle es cúal es el camino a elegir para llegar a la meta. Y eso partiendo de la hipótesis de una victoria moderadamente cómoda en las primarias del próximo mes.

"Si ganara Pedro Sánchez, la situación se tornaría tan endiablada que todo el templo construido durante los últimos cuarenta años se acercaría al hundimiento"

Si, por el contrario, los idus de mayo no le fueran propicios y ganara Pedro Sánchez, la situación se tornaría tan endiablada que todo el templo construido durante los últimos cuarenta años se acercaría al hundimiento. Pero ese es un relato que queda pendiente para otra semana.