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El amor de Céline

Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista

A punto de concluir 2011, permanece todavía la oportunidad de hacer una referencia para situar al escritor francés Louis-Ferdinand ‘Céline’ (Coubervoie 1894-París 1961), como una de las conmemoraciones literarias del año al cumplirse cincuenta años de su muerte. El hecho de ser un escritor polémico y ‘maldito’, por su actitud anti-judía y de desprecio a la condición humana establecida, ha situado esta conmemoración en un ambiente de rechazos oficiales. Críticos y estudiosos literarios han reflexionado este año, sobre todo en Francia, si Céline se merece un recuerdo por su actitud ideológica en su tiempo. En Francia al final se suspendió la conmemoración del cincuentenario. Sin embargo no han faltado criterios, incluso desde sectores contrapuestos al mundo de las ideas de este escritor ‘maldito’ y ‘ácrata’, en el sentido de que el mundo literario de Céline es sorprendente, personal y digno de profundizar para descubrir las claves de su imaginación creadora, al margen o dentro de la conmemoración de 2011. Sólo por la novela Viaje al fin de la noche (el título ya desvela la gran capacidad creadora de su autor) vale la pena acercarse a la conmemoración.

En literatura hay un mundo de escritores que desconciertan por sus actitudes ideológicas, escritores que son indispensables, sin embargo, en los encuentros con la diversidad literaria de la historia contemporánea. La poesía de nuestro tiempo no se entiende, por ejemplo, sin la influencia de Ezra Pound, que huyó de Estados Unidos para refugiarse en la Italia del fascismo de Mussolini. O el caso de Borges y su respaldo inicial a la dictadura argentina de los militares. Y así podríamos seguir con más nombres. En este caso, la osadía del lector a lo que obliga es a sumergirse en el interior de cada autor para vislumbrar, no razones ideológicas, sino los mundos que se gestan desde sueños y realidades. Muchas veces, entre sufrimientos, dudas y silencios. No se trata de justificar las actitudes personales sino de poner al descubierto lo que encierra cada espacio literario personal. Y aquí la figura de Céline se presenta atrayente.

La novela Viaje al fin de la noche encierra un gran mundo del personaje por territorios africanos, europeos y americanos, con un lenguaje donde el cinismo y los prejuicios alcanzan las mayores alturas. En medio del estupor que envuelve al lector puede surgir un interior atormentado, imperceptible aparentemente, para encontrarse con un Céline escondido en sus propias palabras escritas. Los días en Estados Unidos del personaje de Viaje al fin de la noche forman un mundo aparte que me sorprendió como lector. Es la referencia al amor que el personaje encuentra  y que le acompaña durante el resto de su vida, aunque es un amor idealizado, imposible, perdido y no recuperado, pero siempre perseguido. En la vida personal de Céline hubo algo parecido. El sentido de un amor literario, en las sombras, en este caso, abre las puertas a un tiempo sin medida, cuando Céline describe el momento en que el personaje regresa a Francia. Con el paso del tiempo, el personaje-autor recuerda:

“Tal vez sea eso lo que busquemos a lo largo de la vida, nada más que eso, la mayor pena posible para llegar a ser uno mismo antes de morir.

Años pasaron desde aquella marcha y más años… Escribí con frecuencia a Detroit y después a todas las direcciones que recordaba y donde podían conocerla, a  Molly, saber de su vida. Nunca recibí respuesta.

Ahora la casa está cerrada. Eso es lo único que he sabido. Buena, admirable Molly, si aún puede leerme, desde un lugar que no conozco, quiero que sepa sin duda que yo no he cambiado para ella, que sigo amándola y siempre la amaré a mi modo, que puede venir aquí cuando quiera compartir mi pan y mi furtivo destino. Si ya no es bella, ¡mala suerte! ¡Nos arreglaremos! He guardado tanta belleza de ella en mí, tan viva, tan cálida, que aún me queda para lo dos y para por lo menos veinte años aún, el tiempo de llegar al fin…".

Son palabras que intrigan al lector, que avanza más allá de la visión miserable e incomprensible del personaje para intentar descubrir las razones del dolor que deja a su paso, si es que las hay; de su destrucción, de su huida, de sus silencios, de su soledad, de su interior atormentado; en medio de la innegable dimensión literaria de Céline, en un territorio extraño y vivo, entre la realidad y la ficción. Y me gustaría saber dónde está la verdad que el lector busca.

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