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Las avionetas anti-lluvia

Guillermo Mirón
Periodista

Es uno de los temas de debate estrella en redes sociales, barras de bar y muchos otros foros donde los ciudadanos comparten sus preocupaciones. Las avionetas anti-lluvia se han convertido en protagonistas de cientos de publicaciones diarias en redes sociales e incluso medios de comunicación tras décadas de elucubraciones y protestas por parte de agricultores, convencidos de que la modificación del tiempo por parte del ser humano podría estar detrás de la falta de lluvias en la provincia. Tal ha sido la repercusión de las quejas que el pasado mes de febrero el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Almería, Francisco Jiménez, se reunió con el presidente de la Asociación Contra Sistemas Antilluvia de Almería (Avial). 

El tema viene de antiguo. En el año 1985 el gallardero Diego Haro Gómez presentó una denuncia
ante la Guardia Civil y ésta es la respuesta que recibió del gobernador Tomás Azorín
(Documento proporcionado por Mari Pepa Haro)

En la reunión, la Benemérita informó del protocolo puesto en marcha en 2015 para la investigación y verificación de vuelos “siempre nubes” y realizó un llamamiento a los afectados y a la ciudadanía. Puso a su disposición el teléfono de emergencias 062 para que hicieran uso del mismo aportar información o pruebas sobre esta práctica. Más de tres meses después no se ha recibido ni una sola denuncia en este sentido. Fuentes de la Comandancia de la Guardia Civil han asegurado que, desde que se produjo aquella reunión, “no se ha realizado ninguna denuncia” al respecto. Tampoco hay investigación alguna abierta sobre esta práctica, por lo que en caso de denuncias anteriores, de haberlas habido, tampoco han prosperado. 

Continúa de este modo la falta de pruebas presentadas ante las Fuerzas de Seguridad del Estado y, por lo tanto, de investigaciones que lleguen a esclarecer el uso de esta práctica que presuntamente conllevaría una falta de precipitaciones, si bien en conocidos casos en los que se ha aplicado el yoduro de plata la intención ha sido más bien la contraria: la de provocar la lluvia.

Un ejemplo reciente ha sido la celebración del 1 de mayo en Rusia, el acto más multitudinario del país. El Gobierno ruso gastó 1,3 millones de euros para evitar la lluvia en dicha celebración. Pero lejos de impedir que el agua llegara a la tierra, en lo que consistió la “siembra de nubes” fue en provocar la lluvia dos días antes. Otro ejemplo conocido es el de Pekín, que provocó la lluvia antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos para no estropear la celebración. En otros países también se está experimentando con estas sustancias químicas con el fin de evitar el granizo y provocar precipitaciones para este fin o evitar la sequía.

Desde el Observatorio Meteorológico para Albox y el Almanzora (OMAA) reiteran que las previsiones meteorológicas (seguidas por cientos de personas de la comarca por su exactitud) se cumplen en un alto grado y que no se producen modificaciones radicales del clima. Sin embargo, la sospecha sigue en los campos de la provincia y en numerosos y acalorados debates sobre su existencia. Solo una denuncia, que por el momento no llega, y la posterior investigación podrán inclinar la balanza.

Hace unos días, cuando el rumor volvía a los campos, Andrés García Lorca, el subdelegado del Gobierno en Almería, aseguró que esas denuncias no tienen mucho argumento científico, y responden más a un mito “que se ha oído en Almería, pero también en otras partes del mundo, como en Argentina”.